La asignatura pendiente de la banca europea
Artículos, 25 de abril de 2016
El que fuera subgobernador del Banco de España y hoy director del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del FMI, Viñals, hombre poco dado al tremendismo, aprovechaba la presentación del informe sobre la estabilidad global financiera para poner de manifiesto que la zona euro tiene que empezar a hacer los deberes en el sector financiero y que es necesario abordar el problema de los numerosos préstamos en riesgo de impago y el problema del exceso de capacidad bancaria que aún persiste en algunos países, no ocultando el hecho de que algunas entidades tendrán que acabar desapareciendo.
Aunque reconociendo que la fuerte volatilidad que sufrieron los mercados a comienzos de años se ha mitigado, Viñals ha advertido que es mucho lo que se juega la economía mundial en estos momentos y que Europa “debe completar la unión bancaria y establecer un sistema de garantía de depósitos común”.
Los principales bancos europeos, salvo casos aislados como Allied Irish Bank y BPI, registran en sus cotizaciones caídas importantes, muy superiores a las registrada por el conjunto del EuroStoxx, sobresaliendo los bancos italianos que acusan la elevada morosidad del sistema como BMPS (-62,5% en lo que va de año) o Unicredit (-43%) y las entidades griegas como NGB (– 31,2%) cuyo proceso de recapitalización aún no ha concluido y que ha llevado a algún experto a decir que toda la banca griega vale hoy menos que Bankinter.
Buena parte de los bancos de la Eurozona afrontan un escenario complicado debido al entorno actual de tipos de interés, el aumento en la presión regulatoria y una recuperación lenta de la demanda de crédito en la Unión Económica y Monetaria (UEM), que han llevado al sector a su baja rentabilidad actual, que es inferior al coste del capital y a un escenario de tipos de interés bajos durante un período prolongado de tiempo, que dificultan la revalorización del mismo a corto plazo.