
¿Cómo es posible que el hambre siga avanzando en el mundo?
Análisis, 10 de julio de 2025
Globalmente, aunque la producción mundial de alimentos se ha cuadruplicado desde 1960, se considera que padecen hambre más de 700 millones de los 8.200 millones de habitantes del planeta. Las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indican que la producción es suficiente para alimentar a los más de 8.000 millones de habitantes del planeta, ¡y a otros 3.000 millones más!
Sin embargo, las agencias de Naciones Unidas han alertado recientemente sobre el alto riesgo de muerte por inanición en países como Haití, Malí, Palestina, Sudán y Sudán del Sur. Además de los cinco territorios mencionados, la FAO y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) presentan como puntos críticos a Burkina Faso, Chad, Nigeria, la República Democrática del Congo y Somalia en África, y a Myanmar, Siria y Yemen en Asia.
El número de personas que padecen hambre lleva más de una década aumentando. Entonces, ¿por qué hay tanta gente que pasa hambre si hay alimentos más que suficientes para todos? ¿qué causas explican esta anomalía? Las guerras, las crisis económicas, el calentamiento global y los recortes en la ayuda humanitaria han agravado la crisis alimentaria en los últimos años, y ahora casi 300 millones de personas se ven amenazadas por el hambre.
El Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias (GRFC, en inglés) de 2025, señala que 2024 fue el sexto año consecutivo de inseguridad alimentaria aguda elevada y creciente, con 295,3 millones de personas que padecían hambre. En 2023, 733 millones de personas padecían hambre crónica. Más de una quinta parte (22,6 %) de los 53 países/territorios evaluados en el GRFC de este año eran especialmente vulnerables.
Paradójicamente, la producción de alimentos en 2024 siguió aumentando. En 2022, el mundo produjo 11.000 millones de toneladas métricas de alimentos, incluidos 9.600 millones de toneladas de cereales, como maíz, arroz y trigo.
Hambre y pobreza van de la mano
La mayoría de las personas que padecen hambre son pobres. Se supone que el umbral de pobreza refleja la capacidad para satisfacer las necesidades básicas, principalmente la alimentación. Más de 700 millones de personas en todo el mundo sobreviven con menos de 2,15 dólares al día sin alimentos suficientes. Es de suponer que los 3.400 millones que viven con menos de 5,50 dólares al día apenas pueden permitirse una alimentación suficiente.
Según datos del Banco Mundial, se estima que 838 millones de personas, es decir el 10,5 % de la población mundial, vivían en condiciones de pobreza extrema en 2022. Se prevé que una de cada 10 personas (9,9 %) vivirá en condiciones de pobreza extrema en 2025, con unos 750 millones de personas que padecerán hambre.
El umbral de pobreza extrema es ahora de tres dólares al día, en lugar de 2,15 dólares al día. Los pobres constituían casi la mitad (48 %) de la población mundial en 2022. Con unas perspectivas de crecimiento a medio plazo sombrías y una desigualdad que sigue aumentando, sus perspectivas parecen especialmente desoladoras.
Las mujeres y las niñas suelen pasar más hambre que los hombres, y las tasas de hambre en los hogares encabezados por mujeres suelen ser más elevadas. Los pueblos indígenas reconocidos por las Naciones Unidas representan menos de 5 % de la población mundial, pero constituyen el 15 % de los pobres extremos y sufren más hambre que el resto.
Aunque no todo empeora
En África oriental y meridional, las mejores condiciones climáticas para las cosechas y la disminución de los fenómenos meteorológicos extremos han aliviado las presiones sobre la seguridad alimentaria.
Etiopía, Kenia, Líbano, Lesoto, Malawi, Mozambique, Namibia, Níger, Zambia y Zimbabue han sido eliminados de la lista de zonas críticas de hambre. El Líbano también ha sido eliminado de la lista tras la reducción de la intensidad de las operaciones militares.
Sin embargo, la FAO y el PMA advierten que estos avances siguen siendo frágiles y podrían revertirse rápidamente si reaparecen las crisis.
¿Es posible acabar con el hambre en el mundo?
Acabar con el hambre es uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Aunque los avances tecnológicos, el aumento de la producción agrícola y el compromiso internacional han logrado reducir el hambre en varias regiones, el elevado número de personas en el mundo que no tienen acceso regular a alimentos suficientes es una lacra insostenible.
Las expectativas de erradicar completamente el hambre dependen de múltiples factores: políticos, económicos, sociales y ambientales. En 2015, la comunidad internacional adoptó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre ellos el ODS 2: “Hambre cero”. El horizonte para lograrlo era el año 2030. Sin embargo, conflictos armados, crisis climáticas, desigualdades estructurales y más recientemente la pandemia de COVID-19 han puesto en duda que ese objetivo pueda cumplirse en el plazo previsto. A ello se suma el impacto de fenómenos como la inflación alimentaria y los desplazamientos forzados.
No obstante, existen razones para mantener una cierta esperanza. Organizaciones internacionales como la FAO, el Programa Mundial de Alimentos y ONGs trabajan activamente para mejorar el acceso, la distribución y la sostenibilidad de los sistemas alimentarios. Además, cada vez se reconoce más la necesidad de una transformación profunda del modelo agrícola mundial, centrado no solo en la cantidad de producción, sino en la equidad, la nutrición y la resiliencia ante el cambio climático.
El reto no es solo producir más sino, sobre todo, distribuir mejor y reducir el desperdicio de alimentos, que actualmente alcanza un tercio de la producción global. También implica garantizar el derecho a la alimentación mediante políticas eficaces, inversiones sostenibles y cooperación internacional.
Acabar con el hambre es técnicamente posible, pero requiere una voluntad política sostenida, compromisos globales y un cambio de enfoque profundo hacia la justicia alimentaria.
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