La primavera las perspectivas altera
Artículos, 17 de mayo de 2016
Las perspectivas de crecimiento para 2016 han sufrido desde el inicio del año una moderada revisión a la baja (del 3,25% al 3,1%), pero, a cambio, los riesgos más extremos, que tanto pesaron sobre los mercados en los primeros meses del año, parecen haber remitido como lo demuestran los indicadores del segundo trimestre, todavía muy parciales, que apuntan a que la recaída de la actividad registrada a finales de 2015 y comienzos de 2016 va quedando atrás y el crecimiento del PIB global se acerca a su ritmo tendencial del 3-3,5% (en términos de paridad de poder de compra).
Entre las economías avanzadas destaca la revisión a la baja de las previsiones de EEUU, tras el flojo primer trimestre –en buena medida transitorio- y la debilidad de la inversión, el retroceso de la actividad en Japón –en parte debido a los terremotos-, y los signos de enfriamiento en Reino Unido –retraso en decisiones de inversión y empleo ante el referéndum-.
Por el contrario, la Eurozona ha logrado un buen registro en el primer trimestre y las políticas del BCE parecen ganar tracción. Así, el PIB del primer trimestre ha sorprendido al alza con un crecimiento del 0,6% trimestral (1,6% interanual) tras el 0,3% de los dos trimestres anteriores. Esta es la mayor tasa trimestral de lo que va de ciclo y supera las cifras de EEUU o Reino Unido en este trimestre.
Los analistas de referencia señalan la conveniencia de leer los datos de PIB de la Eurozona con cierta cautela, ya que el tono de fondo de la economía es algo menor a lo mostrado por el PIB y se ha podido ver impulsada por factores temporales, que sobre todo favorecen la construcción y la producción industrial. Además, los índices de confianza descendieron al inicio de año y, aunque se han estabilizado, se sitúan en niveles compatibles con un crecimiento algo menor. La confianza de consumidores se mantiene por encima de su media histórica, pero parece haber dejado atrás su pico y con él el impacto máximo que cabría esperar del descenso del precio de la energía.
En todo caso, la recuperación está bien soportada por una variedad de factores suficientes para mantener ritmos de crecimiento del orden del 1,5%, similares a 2015: una política monetaria muy laxa que facilita unas condiciones monetarias y financieras muy favorables; una política fiscal que va a pasar a ser ligeramente expansiva en 2016; y un mercado laboral que sigue mejorando: el empleo creció un 1,2% interanual en el último trimestre de 2015 y la tasa de paro se ha reducido al 10,2% en marzo.
La economía española por su parte, se expandió un 0,8% trimestral en los primeros tres meses del año y un 3,4% interanual y aunque en los próximos trimestres se espera una cierta desaceleración, en el conjunto del año se prevé un 2,9% de incremento del PIB (3,2% en 2015).
A muy corto plazo el dinamismo de la economía española se ve alimentado por la bajada en el precio del petróleo y el descenso de los costes de financiación, debido a su impacto en la renta disponible de las familias y en los resultados empresariales. A más largo plazo, los analistas muestran su preocupación por varios factores como el limitado impacto de la caída de los tipos de interés en la demanda de crédito que revela los límites de la política monetaria; la política fiscal que posiblemente tenga que adoptar un sesgo restrictivo (dada la tendencia del déficit público), y la situación política que está retrasando la definición de reformas estructurales, en ausencia de las cuales el crecimiento de la economía española tenderá a reducirse.
En las economías emergentes destaca la estabilización del crecimiento en China, gracias a las políticas expansivas aplicadas en los últimos trimestres, y también a una mejora de la política de comunicación, que ha contribuido a despejar incertidumbres en los mercados, apoyados también por el mejor tono del precio de las materias primas y en particular del petróleo.
Por lo que respecta al balance de riesgos, éste sigue inclinado a la baja. En primer lugar, persisten dudas sobre el momento cíclico de EEUU y, paradójicamente, sobre el riesgo de una subida de tipos que el mercado no espera; en segundo lugar, el resultado del referéndum en el Reino Unido sigue abierto, lo que constituye una fuente potencial de inestabilidad; en tercer lugar el ciclo electoral –incluyendo EEUU- y político –dominio de las agendas nacionales incluyendo Europa- es un aspecto importante; en cuarto lugar el margen de maniobra de las políticas económicas es, por distintas razones, reducido; por último, la estabilización del crecimiento en China se ha logrado a expensas de demorar el ajuste del crédito y la inversión.