
Tener dinero en casa ya no es opcional: El efectivo se reafirma como recurso de supervivencia
Análisis, 30 de abril de 2025
El gran apagón del 28 de abril evidenció una realidad incuestionable: contar con una pequeña reserva de 250 a 1.000 euros en efectivo, ya sea por individuo o familia, puede marcar la diferencia en un contexto de crisis nacional. Desde el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada subrayan la importancia de reunir ese fondo paulatinamente, sin poner en jaque al sistema bancario. Surgido el corte masivo de la electricidad, quedaron escenas que muchos no habían presenciado en décadas: filas de personas ante supermercados, farmacias y gasolineras, establecimientos operando solo con pagos en metálico y cajeros automáticos completamente fuera de servicio.
Transcurridos unos minutos desde el inicio del apagón, la población se enfrentó a un escenario inusual: tarjetas bancarias inoperativas, aplicaciones móviles sin conexión y redes digitales bloqueadas. Si bien buena parte de la sociedad se acostumbró a vivir casi sin billetes en el bolsillo, la caída súbita de la red dejó al descubierto lo frágil que resulta depender por completo de la tecnología. Ante esta evidencia, renació el debate en torno al dinero en efectivo y a la necesidad de contar con él en casa para afrontar momentos difíciles sin quedar paralizado por la falta de medios de pago.
Surge, por tanto, la reflexión imperante: la sociedad no dispone de un plan alternativo cuando las redes dejan de funcionar. El consenso de los expertos se resume en una premisa: es oportuno tener un “colchón” de billetes guardados en un lugar seguro y fácilmente accesible. Al mismo tiempo, se recomienda organizarse con prudencia, evitando extracciones abruptas que siembren el pánico o desestabilicen los cajeros.
De 250 a 1.000 euros: la opinión de los especialistas
Reconocidas fuentes en materia de protección civil insisten en que cada hogar disponga de entre 250 y 1.000 euros en metálico, cifra adaptable según el tamaño de la familia y el nivel de gasto básico. Tal sugerencia responde a un cálculo sencillo: bastan de tres a cinco días sin corriente para que la rutina se detenga, obligando a adquirir productos de primera necesidad —comida, combustible, fármacos— sin posibilidad de recurrir a pagos digitales.
La lógica que defienden desde el Instituto Coordenadas parte de la experiencia directa de quienes, en medio del apagón, tuvieron que ingeniárselas para abonar servicios esenciales. Observada la escena, los técnicos concuerdan en la conveniencia de utilizar billetes pequeños de 5, 10 o 20 euros. Se trata de una estrategia que facilita las transacciones cuando el comercio no puede dar cambio o se ve saturado por la premura de la situación.
Parte de esta recomendación recibió el respaldo de la Comisión Europea, que en marzo incluyó el efectivo en su listado de artículos aconsejados para el “kit de emergencia” de cada domicilio. Alimentos no perecederos, linterna, radio a pilas y, ahora, billetes de distintas denominaciones: todos esos elementos componen una unidad mínima de supervivencia al alcance de cualquier familia, desde la perspectiva de Bruselas.
La clave: constituir la reserva con cautela
El Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada difundió un llamado público orientado a formar esa reserva sin generar escasez en el sistema. Se anima a realizar retiradas semanales moderadas, de entre 50 y 100 euros, hasta alcanzar el monto objetivo. De este modo, se evitan situaciones de pánico colectivo o colapso en los cajeros, como las que se vivieron durante la tarde del corte eléctrico.
Habiendo revisado numerosos informes, los expertos subrayan que la sociedad actual, tan digitalizada, necesita un mecanismo analógico que funcione cuando todo lo demás falla. La metáfora más repetida entre los analistas menciona que el dinero en metálico actúa como un paracaídas de emergencia: solo se activa cuando la caída parece inminente. Lejos de ser una costumbre anticuada, esta medida se concibe como un acto de responsabilidad colectiva.
Un aprendizaje que deja huella
A pesar de que la crisis eléctrica del 28 de abril no cobró víctimas mortales, sirvió de aviso para quienes consideraban infalibles las redes tecnológicas. Aquella tarde, las personas acostumbradas a pagar con smartphone o tarjeta contactless quedaron indefensas ante la imposibilidad de comprar víveres o combustible. Las radios a pilas volvieron a ser la fuente principal de información en numerosos hogares, y quienes guardaban algo de efectivo en la cartera pudieron adquirir lo necesario sin preocuparse por cajeros fuera de servicio.
Una familia del barrio de Arganzuela, en Madrid, describió cómo había estado a punto de vaciar su despensa justo esa mañana y, llegado el corte de luz, se encontró con la urgencia de reponer víveres. Disponían de 200 euros en billetes pequeños, suficiente para pasar el día sin mayores contratiempos y para socorrer a un vecino que no llevaba efectivo desde hacía meses. Se presentó, por tanto, un ejemplo palpable de por qué esta reserva no obedece a la desconfianza, sino a una planificación cívica prudente.
INFORME ESPECIAL INSTITUTO COORDENADAS
Reserva de efectivo personal y familiar en emergencias nacionales
Introducción
El histórico apagón eléctrico del 28 de abril de 2025 en España, afectando también a zonas de Portugal, dejó al descubierto la vulnerabilidad intrínseca de los sistemas digitales de pago y comunicación en circunstancias extremas. Ante esa señal de alerta, el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada lanzó una propuesta de servicio público: se insta a cada familia o individuo a disponer de entre 250 y 1.000 euros en billetes en su domicilio, con el fin de afrontar situaciones análogas que pudieran surgir. Este informe reúne los principales impactos del gran apagón, detalla opiniones de expertos y políticas europeas en torno a la preparación civil (destacando el llamado “kit europeo de emergencia”) y brinda instrucciones para guardar dinero de forma segura. La finalidad última radica en dotar a la ciudadanía y a las administraciones de una hoja de ruta preventiva, cimentada sobre datos y análisis rigurosos.
Impacto del apagón del 28 de abril de 2025 en España
El corte eléctrico que se produjo el 28 de abril trastocó la vida cotidiana en amplias zonas de la península, revelando la dependencia casi absoluta de la electricidad y de los canales de pago digitales. Las consecuencias inmediatas quedaron documentadas por diferentes medios y testigos:
- Caída de los sistemas electrónicos de pago: Numerosos comercios cerraron o redujeron su actividad. Aquellos que resistieron abiertos, exigían el pago en metálico al carecer de datáfonos operativos. Al mismo tiempo, los cajeros automáticos quedaron inaccesibles durante horas, sin margen para dispensar efectivo. Crónicas en la prensa confirmaron la estampa: “filas desesperadas y dispositivos fuera de servicio”.
- Uso masivo de efectivo: Privados de las tarjetas o de cualquier transferencia inmediata, muchos dependieron de los billetes que tuvieran a la mano. Unas personas, por costumbre, sí llevaban dinero encima; otras, inmersas en la costumbre del pago digital, debieron buscar ayudas en familiares o vecinos para poder adquirir artículos básicos. Una mujer de 70 años, recién entrevistada en un mercado de Chamberí, resaltó su suerte de “no haber perdido la buena costumbre de llevar billetes en la cartera”.
- Compras de pánico y kit improvisado: El cierre de cadenas comerciales amplias orilló a los consumidores a acercarse a pequeñas tiendas y gasolineras, con las estanterías vaciándose en cuestión de horas. Se repitió la imagen de colas para obtener agua embotellada, pilas y linternas. Surgida la inquietud, las cocinas portátiles y artículos de supervivencia quedaron agotados en varios establecimientos, confirmando el efecto contagio de un suceso de tal envergadura.
- Regreso de aparatos analógicos (radios a pilas): La falta de telecomunicaciones digitales (Internet, cobertura móvil) impulsó el resurgir de transistores y radios a pilas. Muchos volvieron a escuchar noticias por onda corta, recuperando la sensación de los años en que la radio era la vía principal de información. Se vendieron, además, lámparas de queroseno y baterías de repuesto, en un alarde de “vuelta a lo elemental” obligado por las circunstancias.
Todo lo anterior confirmó un hallazgo innegable: cuando la red eléctrica falla, el dinero en efectivo constituye la única forma inmediata de intercambio. Informes periodísticos ofrecieron titulares elocuentes, aludiendo a la “parálisis de la banca electrónica” y al renacimiento forzoso del cash. Se comprobó, por tanto, que una sociedad casi sin metálico corre un riesgo mayor si no establece medidas de protección para asegurar ciertos niveles de autonomía financiera ante incidentes de gran escala.
Recomendaciones de expertos sobre la reserva de efectivo
Tras constatar la importancia del efectivo en emergencias, distintas voces autorizadas recomendaron fijar un fondo doméstico de billetes. Varias investigaciones sitúan la cifra aproximada en torno a los 500 euros por vivienda, modulable según el número de integrantes. En un país como España, acostumbrado cada vez más a la tarjeta o al móvil, la propuesta podría resultar novedosa, pero gana adeptos a la luz de lo acaecido:
- Ejemplos internacionales: Austria y otras naciones europeas ya defendían una previsión análoga. Autoridades de protección civil sugieren unos 500 euros en billetes pequeños por familia, de modo que puedan enfrentarse a apagones o dificultades bancarias sin quedar desprovistos. Insisten también en que el importe se fraccione en billetes de 10 o 20 euros para facilitar compras y cambios.
- Postura en España: En fechas anteriores al gran apagón, el Banco de España se ocupó de aclarar que no había emitido una recomendación oficial sobre este tema, aunque sí aconsejó tener un fondo de emergencia para varios días, depositado, preferentemente, en cuentas seguras. Aun así, distintas voces matizaron que, quien elija guardar en casa parte de esa reserva, no supere los 500 euros y apueste por billetes de denominación reducida.
- Cantidad idónea: Atendiendo a esos criterios, el intervalo de 250 a 1.000 euros cubre un amplio rango de situaciones, desde la persona que vive sola y apenas sale de casa hasta una familia con niños o personas a cargo. Lo primordial es identificar los gastos esenciales de varios días sin sistemas digitales y dimensionar la reserva en consecuencia.
- Retiradas graduales: Con el fin de evitar picos de demanda, el Instituto Coordenadas recomienda una estrategia escalonada: extraer entre 50 y 100 euros a la semana. Así se conforma el colchón sin sembrar recelo o generar escasez instantánea en los cajeros. Se contempló, de hecho, el riesgo de que una advertencia oficial pudiera desatar reacciones desordenadas, llevando a miles de personas a retirar grandes sumas de golpe. Para prevenir eso, se apuesta por una cultura continuada de ahorro preventivo, que se vaya forjando antes de la próxima contingencia.
Al final, la comunidad de expertos coincide en este punto: el efectivo confiere autonomía para adquirir suministros cuando nada más funciona. La cantidad, sin ser excesiva, ofrece un salvavidas durante varios días de caos. Siempre y cuando se maneje con cabeza y se guarde de forma prudente, el beneficio supera cualquier inconveniente potencial.
El ‘kit europeo de emergencia’ y el papel del efectivo
La idea de almacenar cierto monto de billetes en casa no surge aislada, sino que se integra en una estrategia de preparación civil avalada por instituciones comunitarias. Tras diversas situaciones críticas —crisis sanitaria, catástrofes naturales, ciberataques—, la Unión Europea comenzó a promover un “kit básico de emergencia” que garantice la autosuficiencia al menos 72 horas.
A comienzos de 2025, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la comisaria de Gestión de Crisis, Hadja Lahbib, resaltaron la relevancia de este plan, bautizado “RePower/ReArm EU”, que busca reforzar la resiliencia ciudadana. El catálogo de elementos recomendados incluye:
- Agua y alimentos de larga duración: Previstos para tres días como mínimo, calculando unos cinco litros por persona y productos enlatados o fáciles de consumir sin cocinar demasiado.
- Iluminación y calor: Linterna, velas y cerillas, aparte de un hornillo de gas portátil para solventar la ausencia de electricidad.
- Información y comunicaciones: Radio a pilas o manivela, para seguir comunicados con los avisos oficiales en caso de quedar sin red telefónica.
- Energía auxiliar: Baterías externas para el móvil, pilas de repuesto y combustible adicional para un generador o el propio vehículo.
- Salud y seguridad: Botiquín de primeros auxilios, medicinas específicas y artículos de higiene. En escenarios extremos, se sugiere hasta llevar tabletas de yodo para amenazas nucleares, además de un extintor doméstico y cinta de sellado.
- Documentos y efectivo: Copias físicas de DNI y pasaporte, tarjetas sanitarias y una suma suficiente de dinero en metálico para resolver pagos esenciales si los dispositivos electrónicos fallan.
Ese último apartado dejó clara la incorporación del efectivo como parte innegable de la supervivencia familiar. Ante cortes eléctricos o eventuales ataques informáticos contra la banca, no habría otra forma de pagar un trayecto en taxi, comprar alimentos urgentes o costear traslados. Von der Leyen defendió que Europa debía plantearse “el peor escenario” para estar lista, y gobiernos como Francia o Países Bajos asumieron de buen grado estas pautas, fomentando campañas de divulgación al respecto.
En España, autoridades del ámbito de la protección civil subrayaron la conveniencia de la medida, aunque se matizó que no existe peligro inmediato de guerra u otros desastres. Aun así, resultó evidente que el apagón de abril hubiera sido más llevadero si la mayoría de la población contara con un stock mínimo de agua, pilas, enseres de emergencia y billetes disponibles. Dicho todo esto, la convergencia entre la propuesta del Instituto Coordenadas y la orientación de la UE refuerza la validez de tener dinero en metálico como parte de la estrategia integral de autoprotección.
Almacenamiento seguro del efectivo en casa
Adquirido el hábito de guardar efectivo, queda el interrogante de dónde y cómo hacerlo sin exponerse a riesgos innecesarios. El objetivo es equilibrar la accesibilidad rápida en una emergencia con la necesidad de proteger el dinero de robos o daños:
- Ubicaciones y discreción: Lo recomendable es optar por una caja fuerte doméstica bien anclada o por escondites alejados de la vista. Conviene evitar los lugares obvios (colchones, cajones comunes) y priorizar espacios con cierta resistencia a incendios o inundaciones.
- Billetes de pequeña denominación: Almacenar montos elevados en billetes de 50 o 100 euros dificulta, luego, obtener cambio. Resulta más práctico disponer de billetes de 5, 10 o 20 euros, para cubrir compras básicas sin que el vendedor tenga que aportar demasiada vuelta.
- Diversificación del fondo: Distribuir el efectivo en dos o más puntos del hogar impide que un incidente puntual (robo, deterioro por humedad) afecte la totalidad de la reserva. Tener una parte accesible en un espacio seguro y otra a mayor resguardo ayuda a responder velozmente, incluso si se necesita salir de casa con urgencia.
- Confidencialidad: Se aconseja informar solo a personas de entera confianza (p. ej., familiares cercanos) sobre la existencia del fondo. No conviene publicitar abiertamente que se guarda efectivo. Valiéndose de un caso real, un matrimonio en Barcelona fue víctima de un robo tras comentar en voz alta, ante terceros, que conservaban una “cifra importante” en casa. La prevención, en este punto, se fundamenta en ser cautos y no alardear.
- Acceso y revisión periódica: Una familia con niños debe asegurar que los adultos tengan fácil acceso a la reserva, pero que los menores no la manipulen sin supervisión. Es aconsejable revisar cada cierto tiempo el estado de los billetes, garantizando que no sufran humedad ni deterioro. Así se evita llevarse sorpresas cuando la urgencia apriete.
Pese a los recelos de algunos a la hora de guardar dinero en la vivienda, las probabilidades de ser asaltado no crecen si se actúa con sentido común y prudencia. Además, el respaldo que proporciona disponer de efectivo a mano en un momento de caos pesa más que la inquietud de una posible sustracción.
Recomendaciones a la ciudadanía
Aquella jornada de corte eléctrico demostró lo vulnerable que puede ser una sociedad cuando la tecnología deja de funcionar: pagos imposibles, comunicación limitada y caos en la distribución de productos de primera necesidad. A la luz de esa experiencia, el Instituto Coordenadas propone generalizar el fondo de emergencia en efectivo como una práctica de seguridad nacional.
El presente informe recoge lecciones tras el suceso del 28 de abril, corrobora la viabilidad de reunir pequeños importes domésticos y se alinea con las pautas comunitarias sobre kits de supervivencia. Para dar el paso definitivo, se sugiere:
- Campaña pública de concienciación: La administración, con el apoyo de organizaciones como el Instituto Coordenadas, convendría lanzar mensajes claros que alienten a la población a preparar su reserva de billetes. Al igual que se promueve un botiquín o un detector de humo, difundir la relevancia de tener en casa entre 250 y 1.000 euros.
- Guía oficial de preparación civil: Es aconsejable crear un documento de fácil consulta, respaldado por Protección Civil, que enumerando los elementos básicos del “kit de 72 horas”, incorpore la partida de efectivo. Este manual debería llegar a centros educativos y vecinales, con indicaciones concretas sobre cómo y dónde almacenar los billetes.
- Coordinación con el sector bancario: Para prevenir tensiones, se sugiere que las autoridades trabajen conjuntamente con los bancos y las entidades de cajeros automáticos. La idea sería asegurar un equilibrio entre el abastecimiento de efectivo y la estabilidad financiera. Así, ante potenciales anuncios de crisis, no colapsarían los cajeros ni quedarían las sucursales desbordadas.
- Refuerzo de la resiliencia digital: Aunque el dinero físico actúa como un salvavidas crucial, conviene combinarlo con sistemas de pago diversificados (tarjetas de varias entidades, cuentas en bancos distintos). De esta forma, si uno de ellos falla, la ciudadanía cuenta con alternativas y reduce su exposición.
La meta se resume en tener, por hogar, entre 250 y 1.000 euros, resguardados con las debidas precauciones. No se persigue alarmar, sino promover una previsión inteligente. Sin forzar extracciones masivas, esta planificación se traduce en un colchón de seguridad muy valioso cuando los circuitos electrónicos se detienen.
La iniciativa del Instituto Coordenadas, por tanto, se presenta como un servicio público esencial. Haber vivido el gran apagón encendió las alarmas: la sociedad demanda soluciones y, ante todo, autonomía para cubrir necesidades primarias hasta que el suministro recupere la normalidad. Asumiendo la enseñanza del 28 de abril, el efectivo deja de ser una simple reliquia y se consolida como pieza clave de la resiliencia nacional.
Por último, el vicepresidente Ejecutivo del Instituto, Jesús Sánchez Lambas, corroboró la necesidad de contar con efectivo a la vista de lo ocurrido. Enfatizó que cualquier familia puede aspirar a tener al menos 250 euros de acceso inmediato, llegando si cabe a los 1.000 euros si las circunstancias lo permiten. Aquella tarde, confirmada la fragilidad del sistema digital, se comprendió que una reserva física de billetes no es señal de temor infundado, sino resultado lógico de una madurez colectiva.
Con esta perspectiva, el país encamina una reflexión que parecía olvidada: el efectivo no ha muerto, y en situaciones de emergencia puede ser la única herramienta capaz de sostener la economía familiar. Ante un futuro que se presume lleno de incertidumbres, la preparación responsable ofrece serenidad y evita sobresaltos cuando lo imposible se vuelve de pronto realidad.
SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA
Institución de pensamiento e investigación de la interacción entre gobernanza y economía aplicada para avanzar en constructivo y en decisivo sobre el trinomio: bienestar social, progreso económico y sostenibilidad ambiental; en pleno entorno evolutivo sin precedentes desde finales del Siglo XVIII y principios del XIX con la revolución industrial. Fiel a sus principios fundacionales de independencia, apartidismo y pluralidad, el Instituto lidera proactivamente la fusión entre la esencia y la innovación de la liberalización económica, como mejor modelo de afrontar los retos presentes y futuros de país, de Europa y del mundo.
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