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La sequía y la merma en la producción hacen que España necesite las importaciones de frutas, verduras y hortalizas de los socios comerciales de la UE

Análisis, 22 de abril de 2024

España ha sido considerada históricamente como la huerta de Europa. De hecho, una de cada cuatro de las frutas y verduras que se producen en la Unión Europea es española.

Pero, aunque el peso del sector primario en nuestro país sigue siendo considerable, desde que se aprobaron los acuerdos de comercialización y liberalización del comercio entre la Unión Europea y los países socios del sur del Mediterráneo (Argelia, Egipto, Jordania, Líbano, Marruecos y Túnez), el impacto en el sector español de frutas y hortalizas ha sido notable.

Al margen de esa liberalización, existen más causas por las que España ha pasado a importar cada vez más productos agrícolas de estos países y de otros de América.

La sequía, la crisis climática, la inflación, la mano de obra, la reducción de hectáreas de cultivo y menos cosechas se ha traducido en menos producción y también en subidas de los precios de los alimentos.

Según los expertos del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada, el desmantelamiento de explotaciones tanto agrícolas como ganaderas provocó que en España el precio de los alimentos subiese un 11,7% en 2023, al que se añadiría el 15,3% que subieron en 2022.

Hay un ejemplo, que permite entender esta coyuntura. Es la previsión de la Unión Europea que estima una caída del 21,5% de la superficie dedicada al cultivo del tomate, uno de los productos de consumo masivo en España, para el que también prevé una reducción del 22% de su producción en nuestro país en los próximos años.

Centrándonos en este producto, las estadísticas oficiales reflejan el peso cada vez mayor de las importaciones de países como Marruecos, que en los últimos diez años se han multiplicado por cuatro. Según FEPEX (Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas), basándose en las cifras de Eurostat, la importación de tomate procedente de Marruecos al mercado de la UE ha crecido un 42% en los últimos diez años, pasando de 345.416 toneladas en 2014 a 491.908 toneladas en 2023, mientras que en al mercado español ha aumentado un 221%.

La pérdida de superficie y de volumen de producción provocó que el pasado año, por primera vez en la historia, Marruecos superase a España en el mercado europeo de tomate.

Todas las cifras reflejan un aumento de las importaciones de productos como frutas, verduras y hortalizas en la balanza comercial de nuestro país.  En 2023, según los informes de la Secretaría de Estado de Comercio, España importó frutas, legumbres y hortalizas en por un valor un 12,1% superior al registrado el año anterior. Las exportaciones de estos mismos productos, en cambio, sólo crecieron un 5,1%.

En lo referente a Marruecos, uno de los principales socios meridionales de la UE, cuyos acuerdos tanto en agricultura como en pesca están más desarrollados, las cifras de la Secretaría de Estado de Comercio indican que las importaciones de frutas y verduras procedentes de Marruecos llegaron a los 800 millones de euros en 2023, convirtiéndose en el mayor proveedor de África.

España es el primer socio comercial de Marruecos, tanto en importaciones como en exportaciones. Hasta el momento, la balanza comercial entre España y Marruecos es positiva para España. Los datos del ICEX (España importación e inversiones) dependiente del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, revelan que hasta noviembre del pasado año nuestro país exportó productos por valor de 11.249 millones de euros e importó bienes por 8.334 millones, unas cifras muy similares a las de 2022.

Pero en lo que se refiere al sector primario, cada vez son más las empresas españolas que deciden instalarse en el país africano, que según el ICEX ascienden a 360 sin contar participadas y filiales.

En global, y por primera vez en los últimos años, las importaciones españolas de frutas y verduras superaron en 2023 los cuatro millones de toneladas (4,1), con incremento del 7% frente a una demanda interior estimada en unos nueve millones de toneladas. En cambio, hace diez años, las importaciones ascendían entre 2,5 y 2,6 millones de toneladas. Esto supone, en una década un incremento de más del 50%, según los datos de la Federación de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas

En el mercado español, desde fuera de la Unión Europea, las importaciones más elevadas de frutas y hortalizas corresponden a Marruecos con un volumen que en los últimos años ha oscilado entre las 440.000 y las 540.000 toneladas. Por su cercanía a efectos del coste de transporte, los salarios o los costes del campo, las producciones de frutas y hortalizas marroquíes suponen una importante competencia para España, que ha visto como el mercado y el consumo requerían más producto y la necesidad de importar. En el citado caso de los tomates se estima que España importó casi 90.000 toneladas de Marruecos. De otros productos destacan la entrada de 15.000 toneladas de calabacín, la 80.000 de alubia verde, o las 100.000 de sandías.

Las protestas por toda Europa de agricultores han puesto en el foco en las importaciones de los países con los que la UE tiene firmados los acuerdos comerciales, principalmente los del norte de África. Incrementar los controles sobre las importaciones y las mismas ‘reglas de juego’ en cuanto a las exigencias fitosanitarias son las principales reivindicaciones. Pero lo cierto, y por culpa principalmente de la sequía, que ha provocado una crisis sin precedentes en el sector agrícola, países como España, necesitan de esas importaciones.

Si el tomate, uno de los productos estrella de nuestro mercado y de gran consumo, se ha convertido en objeto de controversia, tanto por la producción como por el precio, y ha desembocado en un aumento de las importaciones, algo parecido está sucediendo con la patata.

También por la sequía, por la reducción de la superficie de cultivo y el cambio de variedades en muchas explotaciones, España y otros países europeos productores de patata, están recurriendo a países como Egipto para la importación del tubérculo. FEPEX expone que la importación de este producto ha pasado de 2.463 toneladas en 2019 a 50.488 toneladas en 2023. En valor, la importación pasó de 1,1 millones de euros a 24,9 millones de euros, con un incremento del 2100 %, según los datos de la federación de productores.

Un caso parecido ocurre con el aceite con origen de Túnez. El país africano decidió apostar por la producción y exportación de aceite de oliva y ya representa más del 50% de las exportaciones de alimentos del país. España es el mayor productor del mundo de aceite de oliva y también el mayor exportador. La producción española de aceite de oliva supone el 70% del total de la Unión Europea y el 45% de la mundial, pero una vez más la falta de lluvias y la consiguiente sequía, además de las olas de calor consecuencia del cambio climático, han reducido notablemente las cifras y han provocado una crisis en el sector aceitero español con una reducción drástica de la producción de hasta el 40% de las exportaciones

La baja producción, la escasez, se traduce en que hay que atender la demanda del mercado español y hay menos aceite para exportar. Por este motivo, dentro del mercado comunitario el primer país importador de aceite de oliva tunecino es España con una cuota del 45% de las cantidades exportadas durante los siete primeros meses de la campaña 22-23, seguido de Italia (25%) y EE. UU. (12%).

En resumen, el descenso de la producción, y en ocasiones la escasez de frutas y verduras tiene consecuencias significativas tanto para el comercio como para los consumidores.

En el caso del comercio existe un aumento de precios, que afecta tanto a minoristas como mayoristas y al propio productor. Para paliar la escasez el recurso de la importación, con socios comerciales a nivel Unión Europea, puede satisfacer la demanda, pero podría tener costes adicionales que repercutirían sobre el consumidor si se siguen aumentando los controles y las normas fitosanitarias.

Para los consumidores una posible escasez en frutas, verduras y hortalizas puede afectar directamente a su bolsillo con el aumento del precio de la cesta básica, la merma en la calidad de la alimentación y la búsqueda de alternativas más económicas y de menor calidad.

Jesús Sánchez Lambás, vicepresidente ejecutivo del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada, considera que "la realidad del consumo y la estabilidad de precio en la cesta de la compra hace imprescindible las exportaciones de estos productos básicos; y es importante evitar demagogia geopolítica”.

SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA

Institución de pensamiento e investigación de la interacción entre gobernanza y economía aplicada para avanzar en constructivo y en decisivo sobre el trinomio: bienestar social, progreso económico y sostenibilidad ambiental; en pleno entorno evolutivo sin precedentes desde finales del Siglo XVIII y principios del XIX con la revolución industrial. Fiel a sus principios fundacionales de independencia, apartidismo y pluralidad, el Instituto lidera proactivamente la fusión entre la esencia y la innovación de la liberalización económica, como mejor modelo de afrontar los retos presentes y futuros de país, de Europa y del mundo.

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