Prisa: tacita a tacita
Análisis, 25 de enero de 2016
Hace unos meses, Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo Prisa anunciaba que la deuda del Grupo, que había llegado a superar en algún momento la gigantesca cifra de los 5.000 millones de euros, iba a pasar a formar parte de la historia. Y no le faltaba razón al que fuera el primer director del que también fuera diario más influyente de España, aunque el coste que ha tenido que pagar el grupo periodístico, ha sido más que relevante y eso no lo refleja la CNMV.
Taza a taza, venta a venta, todo parece indicar que Cebrián va a terminar por reducir la monstruosa deuda a terrenos más asequibles, aunque en el camino se han quedado muchos pelos en la gatera; a saber, entre otros: su participación en Mediaset, la venta de su negocio de televisión digital por satélite (Canal ) a Telefónica; la venta de los sellos de Santillana Ediciones Generales (Alfaguara, Taurus, Suma de Letras, Aguilar, Altea, Fontanar y Punto de Lectura) a la multinacional Penguin Random House o la más reciente venta a Bertelsmann del catálogo de música de Prisa.
En lista de espera está la venta del diario económico Cinco Días o la definitiva colocación de las cabeceras de su división de revistas y quién sabe si Santillana o una parte de la Cadena Ser. Y lo que es más importante para una empresa periodística: determinar “a qué juega el grupo”, en un momento en que resulta difícil el seguimiento de los movimientos financieros y de capital, que han llevado a su Consejo de Administración a convertirse en un crisol de intereses y a su línea editorial en un “pollo sin cabeza”, como lo definía un observador, a la vista de los pactos y acuerdos firmados con relevantes miembros de la comunidad financiera internacional, lo que le ha permitido ingresar dinero fresco y firmar acuerdos para convertir deuda en acciones o la suscripción de bonos convertibles en acciones.
Hoy, el grupo y sus principales buques insignia, El País o la Cadena Ser, han dejado de jugar el papel al que tenía acostumbrado a una parte de la sociedad española y la crisis política catalana y la formación de un nuevo gobierno en España son buena prueba de ello, en la medida en que sus editoriales y artículos han pasado de tener un peso considerable a ser, en muchos casos, irrelevantes.
Y la prueba del 9 se encuentra en cómo el grupo ha quedado descolgado del reciente reparto de canales de TDT, en el que la solicitud de Prisa no se ha visto coronada por el éxito de la concesión gubernamental, mientras que Kiss Radio o el Real Madrid han sido favorecidos por la lotería de La Moncloa.
Lejos quedan aquellos tiempos en que se pronunciaba una frase que ha pasado a la historia y cuya paternidad se atribuye a Jesús Polanco: “No hay cojones en este país para negarme a mí un canal de TV”.
Con atributos completos o con parte de ellos, la realidad es que la acción de Prisa en la Bolsa de Madrid tras la fuerte subida del viernes, se sitúa en los 5 euros cuando hace un año llegó a coquetear con los 10 euros. Con independencia de que la Bolsa refleje o no el valor de una compañía, lo cierto es que en el caso de Prisa sí pone de relieve el duro pro¬ceso de desinversiones y la amortización acelerada de deuda sufrida. Ahí va el dato: los activos del grupo que a finales del ejercicio 2013 valían 6.700 millones de euros, dos años más tarde y a falta de conocer las cifras oficiales, no parece que superen en mucho los 2.000 millones.