Oro valor refugio

El auge de las tensiones globales activa el oro como valor refugio

Análisis, 25 de septiembre de 2025

Los precios del oro se están disparando, rompiendo docenas de récords este año y brindando una ganancia inesperada a las empresas mineras mientras los bancos centrales y los inversores buscan seguridad en medio de la incertidumbre económica y el debilitamiento del dólar estadounidense.

El repunte, que vio a los precios romper la barrera de los 3.500 dólares la onza esta primavera, está siendo impulsado por una potente combinación de conflictos geopolíticos persistentes, efectos persistentes del estímulo monetario de la era de la pandemia y crecientes expectativas de recortes en las tasas de interés de la Reserva Federal.

La confluencia ha consolidado el estatus del oro como el activo alternativo de mayor rendimiento en los últimos 18 meses, lo que ha provocado un frenesí de acuerdos corporativos y ha preparado el escenario para un ciclo alcista sostenido, dicen analistas y líderes de la industria.

Desde principios de 2025, el oro al contado ha subido un 40%, alcanzando 26 nuevos máximos solo en el primer semestre, además de los 40 récords de 2024, según el Consejo Mundial del Oro (WGC). Desde un mínimo de 1.600 dólares la onza a finales de 2022, el precio del lingote ha más que duplicado su valor, alcanzando un nuevo máximo de 3.534,10 dolares en la bolsa de Nueva York el 8 de agosto.

El alza de los precios ha generado ganancias espectaculares para las mineras. Newmont Corp., el mayor productor de oro del mundo, registró un aumento del 286% en sus ganancias netas en el primer semestre respecto al año anterior, alcanzando los 3.950 millones de dólares.

Explorando las causas

Los analistas citan varias razones para el repunte. La expansión cuantitativa implementada por los bancos centrales de todo el mundo durante la pandemia sentó las bases. Después, la creciente tendencia a la desdolarización y la caída del valor de los bonos del Tesoro estadounidense han llevado a los bancos centrales a comprar oro de forma agresiva como cobertura.

El aumento de las tensiones geopolíticas, incluidas las guerras en Ucrania y Oriente Medio, y la inseguridad sobre la política comercial estadounidense han aumentado el atractivo del oro. La incertidumbre económica ha impulsado a los inversores hacia el oro como el "activo refugio por excelencia".

Los expertos prevén que el oro se mantendrá cerca de sus máximos actuales a corto plazo y mantendrá su tendencia alcista a largo plazo. En un informe del 13 de julio, Goldman Sachs mantuvo su pronóstico de que las fuertes compras estructurales de los bancos centrales impulsarán el oro hasta los 3.700 dólares por onza a finales de 2025 y los 4.000 dólares a mediados de 2026. El 4 de agosto, Citibank revirtió su visión bajista previa y elevó su precio objetivo a tres meses de 3.300 dólares por onza a 3.500 dólares por onza.

El optimismo a largo plazo se sustenta en una limitación fundamental de la oferta. El mundo ya ha extraído más del 80% de sus reservas totales de oro, y solo quedan unas 59.000 toneladas por extraer, según el WGC. Esta creciente escasez, según los analistas, mantendrá los precios altos durante los próximos años.

Los bancos centrales y los ETF

La diversificación de los bancos centrales, que se aleja del dólar estadounidense, y la inversión masiva de los inversores en fondos cotizados en bolsa (ETF) se han convertido en los principales motores de la demanda. De 2022 a 2024, los bancos centrales mundiales compraron más de 1.000 toneladas de oro al año, frente a las 400 a 500 toneladas de la década anterior, según datos del WGC. En 2024, el oro había superado al euro y se había convertido en el segundo activo de reserva más importante del mundo, representando el 19,8% de las reservas mundiales, por detrás del 46,4% del dólar estadounidense.

Una encuesta del WGC de junio reveló que el 95% de los bancos centrales prevé que las reservas mundiales de oro aumenten el próximo año, y el 43% planea aumentar sus tenencias. Esta tendencia podría persistir otros dos o tres años a medida que las economías emergentes, cuyas reservas de oro suelen estar por debajo del 10% de sus reservas totales, avancen hacia el promedio mundial de alrededor del 20%.

Según un informe de PwC, los ingresos provenientes del oro se han convertido en una parte cada vez mayor de los ingresos de las 40 principales empresas mineras mundiales. En 2024, estas empresas vieron aumentar sus ingresos por oro un 15%, mientras que el EBITDA (beneficio antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización) del oro se disparó un 32%.

Por ahora, la combinación de riesgos geopolíticos, estrategias de bancos centrales y especulación de inversores sigue impulsando el oro a nuevas cotas.

La geopolítica empuja el oro

El oro suele actuar como un termómetro de la incertidumbre global, y su precio refleja no solo factores financieros sino también tensiones geopolíticas. Es como un sismógrafo geopolítico: cuando su precio sube, refleja que los actores globales sienten que el terreno bajo sus pies es menos estable. No siempre anticipa un conflicto inmediato, pero sí señala un clima de inseguridad creciente en la arquitectura internacional.

Cada vez que crece la tensión entre grandes potencias (EEUU – China, Rusia – Occidente), o surgen dudas sobre la solidez de la economía estadounidense, hay un trasvase hacia el oro. El mercado interpreta estos conflictos como amenazas a la estabilidad del comercio global y a las monedas principales. Países como China, Rusia, Turquía o India han incrementado sus reservas como forma de reducir dependencia del dólar en un entorno de sanciones y fragmentación financiera.

En la nueva rivalidad de bloques, China y Rusia compran oro para blindarse frente a sanciones y al dominio del dólar. Para algunos analistas, la acumulación de reservas áureas en bancos centrales emergentes es casi una señal de “guerra financiera latente”. Así, el precio del oro sube no solo por inversores privados, sino porque los Estados lo usan como arma de soberanía monetaria.

El aumento del precio del oro no es solo financiero: es un indicador agregado del nerviosismo geopolítico. Cuando se encarece mucho, suele significar que los actores (inversores, bancos centrales, incluso gobiernos) perciben un mundo más incierto y polarizado. A menudo coincide con un “desacoplamiento de confianza”: menos fe en instituciones multilaterales, en divisas dominantes y en la estabilidad de las alianzas.

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