La OMS y las sombras de la vacunación global

La OMS y las sombras de la vacunación global

Análisis, 21 de julio de 2021

El elevado ritmo de vacunación en buena parte de los países más desarrollados sugiere que nos hallamos en el tramo final de la pandemia del Covid-19. Frente a dicha estimación, un grupo de expertos convocados por el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada alertan sobre un exceso de confianza que fundamentan, en gran medida, en el desigual ritmo de vacunación.

El propio director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, ha llamado la atención sobre “la desigualdad escandalosa” de la distribución de vacunas contra la Covid-19. Lo hizo durante la Asamblea Mundial de la Salud, celebrada el pasado mes de mayo, apelando a una distribución equitativa que tenga en cuenta prioritariamente a todos los profesionales sanitarios y personas de avanzada edad. En este sentido, instó a vacunar al 10% de todos los países “de aquí a septiembre”, en un “esfuerzo nacional”, a la vez que acelerar el paso para lograr el objetivo de vacunación del 30% de la población antes de fin de año. Además, el director general recordó la propuesta del Fondo Monetario Internacional, aún “más ambiciosa”, de inmunizar al 40% de la población mundial para fines de 2021 y al 60% para mediados de 2022.

Lo cierto es, señalan esos expertos, que la pandemia no terminará hasta que se controle la transmisión en el último país. De hecho, diversas fuentes señalan que se ha registrado un mayor número de casos y muertes correspondientes a COVID-19 en lo que va de 2021, que en todo el año 2020.

Ello es revelador de que la situación mundial sigue siendo frágil y en este contexto, ningún país debe dar por hecho que ha superado la crisis, independientemente de la tasa de vacunación, insisten los analistas del Instituto Coordenadas. El peligro radica en la mutación constante del virus, un hecho que podría hacer ineficientes nuestras herramientas para combatirlo y colocarnos de nuevo en el punto inicial.

La OMS creó el mecanismo COVAX, el Fondo de Acceso Global para Vacunas de COVID-19, para acelerar la vacunación y propiciar que las inmunizaciones llegaran cuanto antes a los países más desfavorecidos. De inicio, contó con el respaldo de la Alianza de vacunas (Gavi), la OMS y la Coalición para las Innovaciones en Preparación para las Epidemias (CEPI).

A día de hoy, la cantidad de dosis disponibles en el mecanismo COVAX es pírrica. Al 4 de junio, Covax había suministrado algo más de 80 millones de dosis a 129 países y territorios. Menos de lo previsto. No alcanza al 1 por ciento de la población combinada de esas naciones.

La organización Médicos Sin Fronteras ha evidenciado que los países con más capacidad de negociación (y de pago) han acaparado dosis hasta cantidades que permitirían vacunar entre tres y cinco veces a su población. Esto ha venido a reducir el de por sí pequeño “pastel de las vacunas” y a generar un mayor desequilibrio.

En 2021, la industria farmacéutica espera producir entre 10.000 y 14.000 millones de dosis de vacunas; más de dos tercios ya han sido acaparadas por los países desarrollados y de renta media, según un informe de las propias farmacéuticas y de la CEPI.

Los riesgos ante lo que se ha venido a llamar “apartheid de las vacunas” son varios, desde que se sigan perdiendo vidas a que la pandemia se prolongue o surjan nuevas variantes del virus. Según una proyección de la Universidad del Noreste, en Boston, si los primeros 2.000 millones de dosis de vacunas se distribuyeran en proporción a la población de cada paísla mortalidad mundial podría reducirse en un 61%. En cambio, si los 47 países más ricos acaparan las dosis, la reducción será solo del 33%. 

Muchas naciones pobres dependen de COVAX, que ha anunciado que el 3,3% de la población de los países participantes habrá recibido la vacuna a finales de este mes de junio de 2021. Mientras tanto, algunos países avanzados han declarado que su meta es alcanzar la inmunidad de grupo de aquí al verano y para ello planifican la vacunación de población de bajo riesgo. Esto hace que COVAX compita en un mercado sujeto a enormes tensiones.

Para la OMS, una vez que las naciones ricas han inmunizado a su personal sanitario de primera línea y a los grupos de alto riesgo, la prioridad es que ayuden a los países de ingresos bajos y medios compartiendo sus suministros de vacunas con COVAX. Las ONGs reclaman a las farmacéuticas que no cierren más acuerdos bilaterales como los que están sobreabasteciendo a algunas naciones y que, en lugar de eso, prioricen el suministro de vacunas a COVAX o negocien acuerdos con los países que aún no han podido vacunar a su personal sanitario ni a sus grupos de alto riesgo. Y la OMS pidió a los fabricantes de vacunas contra la Covid-19 que pongan a disposición del COVAX la mitad de su producción de dosis de este año.

Que COVAX desee garantizar una distribución equitativa entre quienes tienen posibilidades de pagarlas y los que no, es comprensible, como también que la lógica dominante lo impida de forma que no alcance a funcionar a toda máquina. Las dificultades se agravaron cuando India, de donde COVAX se aprovisiona en dosis, bloqueó las exportaciones de la vacuna fabricada por el Serum Institute para luchar contra la epidemia en su territorio.

En la actualidad, pese a las promesas de donaciones de vacunas para COVAX, el dispositivo cuenta con muy pocas dosis para los próximos meses. El anuncio de los dirigentes de los países del G7 de proporcionar 1.000 millones de vacunas a los países en desarrollo está muy por debajo de las expectativas y necesidades. Especialmente teniendo en cuenta que el conjunto de países desarrollados acumulan un superávit de 2.500 millones de vacunas.

La meta de la OMS consiste en vacunar, al menos, al 70 por ciento de la población mundial en el plazo de un año. Para conseguirlo se necesitan 11.000 millones de vacunas. El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que el retraso en la vacunación puede fortalecer la resistencia a las vacunas. Por eso, se necesita hacer más con urgencia, cifrando la demanda en 38.000 millones de dólares este año, una cantidad que representa el 0,3 por ciento de los 5,6 billones de dólares que los países desarrollados han inyectado en sus economías en respuesta al Covid-19.

La pandemia, que suma ya 3,4 millones de vidas en todo el mundo, no terminará a menos que la transmisión esté controlada en todos los países, insiste la OMS.

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