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Los importantes desafíos de China en el año del dragón

Análisis, 26 de marzo de 2024

El 9 de febrero, el mundo chino entró en su año del dragón, una celebración cargada de simbolismo y significado en su cultura. Según la astrología china, el dragón es un símbolo de poder, fuerza y buena fortuna. Sin embargo, para China, cada año trae consigo una serie de desafíos que el país debe enfrentar y superar para mantener su crecimiento económico, estabilidad política y posición en el escenario global. Estos desafíos son especialmente importantes en el contexto actual, marcado por tensiones comerciales, disputas tecnológicas, conflictos geopolíticos y las secuelas de la pandemia de COVID-19 de las que aún no ha logrado recuperarse del todo.

En el ámbito económico, probablemente su principal quebradero de cabeza, China enfrenta el desafío de mantener un crecimiento sostenible en un año crucial para el éxito general del plan quinquenal vigente a la par que inicia los trabajos de preparación del siguiente. Los problemas estructurales ligados a la deuda de las administraciones locales, la crisis del sector inmobiliario, la inestabilidad de los mercados financieros, la contención de la fuga de empresas y de capitales, entre otros, figuran en una lista nada fácil de encarar, especialmente en un contexto de persistencia de la atonía del consumo y de agravamiento del problema demográfico.

Los precios al consumidor en China cayeron el mes de enero a su ritmo más rápido en más de 14 años, con un 0,8 por ciento, aumentando la presión sobre el gobierno para que adopte medidas más agresivas para reactivar la maltrecha economía del país. Ese dato marcó el cuarto mes consecutivo de deflación. La caída de los precios en China contrasta marcadamente con la situación del resto del mundo, donde la inflación sigue siendo un problema persistente, lo que obliga a los bancos centrales a aumentar las tasas de interés.

Mientras encara con decisión las preocupaciones ambientales más urgentes, como la contaminación del aire y del agua, y trabaja hacia objetivos de desarrollo sostenible en consonancia con los compromisos internacionales, el reto tecnológico adquiere una relevancia singular. El plan “Made in China 2025” (MIC 2025),  una estrategia nacional anunciada por el Consejo de Estado en mayo de 2015 con el propósito central de aumentar, consolidar y equilibrar la industria de manufactura de China para convertir a este país en una potencia mundial con capacidad de influencia en los estándares globales, experimentará este año tensiones de fuerte calado para poder presentar un balance final acorde con sus ambiciosos objetivos.

En efecto, la tecnología será un rubro transcendental para China en el año del dragón. Si bien ha logrado avances significativos en áreas como la inteligencia artificial y la tecnología 5G, también enfrenta críticas y preocupaciones sobre prácticas comerciales injustas, espionaje cibernético y violaciones de la privacidad. Encontrar un equilibrio entre promover la innovación tecnológica y abordar las preocupaciones legítimas de la comunidad internacional sobre cuestiones como la seguridad cibernética y la protección de datos no es una tarea fácil pero es que, además, la pugna geopolítica tiene en este ámbito un escenario de tensión de imposible disimulo. Las restricciones de EEUU, cada vez más severas, secundadas por buena parte de los países aliados, condicionan las expectativas chinas.

Otro desafío importante es el mantenimiento de la estabilidad política interna. A medida que la economía china se ha expandido y la sociedad ha experimentado cambios rápidos, el gobierno enfrenta el desafío de equilibrar el desarrollo económico con las demandas de una población cada vez más exigente en términos de libertades individuales y participación en la toma de decisiones. La creciente desigualdad económica y las tensiones sociales representan desafíos adicionales para el gobierno chino en su intento de mantener la estabilidad política. Las dudas sobre la cohesión interna, en el seno del gobernante PCCh, tras los ceses en ministerios clave como exteriores o defensa, y los retos territoriales, con los focos iluminando un Hong Kong en el que la represión ha ido en aumento y un Taiwán embarcado en una nueva etapa soberanista, son asuntos a los que se deberá prestar una especial atención en los próximos meses.

A nivel internacional, China se enfrenta también a desafíos geopolíticos significativos, especialmente en relación con las tensiones con Estados Unidos y otros países occidentales, incluida la UE. Las disputas comerciales, las diferencias en materia de derechos humanos y la competencia por la influencia en regiones estratégicas como Asia-Pacífico son solo algunos de los temas que están en juego. China debe manejar estas tensiones de manera diplomática para evitar un deterioro en sus relaciones internacionales que pueda afectar su posición en el escenario global y su acceso a recursos y mercados clave. Tampoco es esta una ecuación fácil de afrontar cuando la desconfianza parece crecer por doquier.

En conclusión, el año del dragón presenta una serie de desafíos importantes para China en términos de gestión de la economía con ese doble foco en el crecimiento y en el desarrollo de las capacidades tecnológicas, la preservación de la estabilidad política, o el ambiente internacional, enrarecido por sus ambiciones a cada paso menos disimuladas para alterar el orden de posguerra bajo la égida liberal occidental.

Superar estos retos requerirá un enfoque cuidadoso y equilibrado por parte del gobierno chino, así como cooperación y compromiso por parte de la comunidad internacional. Lejos de desentenderse, a esta le conviene trazar palancas de influencia en su devenir de modo que finalmente se ajuste y acomode adecuadamente a los principios e intereses universales.

SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA

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