Ferrovial: Algo se muere en el alma… cuando un amigo se va

Análisis, 19 de septiembre de 2015

Ni el hecho de que la sociedad vaya como un tiro como se encarga de recordarnos el que haya elevado su facturación un 18% entre 2011 y 2014 hasta los 8.802 millones de euros y subiendo, a la vista de que las ventas en el primer semestre de este año aumentaron el 13,9%, con un beneficio neto en alza del 58,6%. Ni tampoco el que la compañía lidere el ranking mundial de inversión en concesiones desde 1985 con 74.000 millones de euros. Ni tampoco que sea la segunda empresa europea con una mayor capitalización con 16.000 millones de euros. Nada ha resultado suficiente como para que los hermanos Del Pino hayan decidido dejar sin efecto el pacto accionarial que ejerce el control sobre el Grupo Ferrovial.

No se esperó siquiera a la inauguración de la autopista LBJ, situada en las inmediaciones de Dallas (Texas) que, con una longitud de 27 kilómetros, ha supuesto una inversión de cerca de 2.000 millones de euros y que se va a convertir en un nuevo chorro de beneficios para el grupo constructor como ya lo es la también norteamericana NTE, o la canadiense 407 ETR.

En el futuro, los cuatro hermanos poseerán el capital de la constructora directamente y con porcentajes muy distintos cada uno de ellos. Rafael, actual presidente de Ferrovial, será el dueño del 20,1% de capital; sus hermanos Leopoldo y María controlarán el 8,3 y 8,1%, respectivamente y Joaquín se hará con el 2,5% restante. Hasta ahora, las participaciones de los cuatro hermanos se agrupaban en la sociedad Portman Baela y su matriz Karvoly, que acumula el 40,8% del accionariado.

Aunque Ferrovial ha dejado claro que este movimiento “forma parte de la transición ordenada de la segunda generación del grupo familiar Del Pino en el capital de Ferrovial”, lo cierto es que con este movimiento, se completa un proceso iniciado en 2006, cuando los cinco hermanos Del Pino, para evitar que sus diferencias perjudicaran a la compañía, acordaron una venta de acciones entre las dos sociedades a través de las cuales controlaban el grupo de construcción, Casa Grande de Cartagena y Portman Baela, operación por la cual la primera vendió el 17,777% que tenía de Ferrovial a la segunda a un precio un 32,6% inferior al precio de cotización de aquel momento.

El final del pacto accionarial de los hermanos Del Pino supone la consolidación de Rafael, actual presidente y responsable efectivo de la nueva Ferrovial, la de la internacionalización, la de las concesiones o la de los servicios. Es también el responsable de una nueva forma de gobernanza que se ha traducido en un consejo que, al decir de los analistas, es uno de los mejores del Ibex por capacidades y competencia y que incorpora decisiones como la de sentar en él a los últimos cuatro consejeros delegados de la compañía: Del Pino, Bergareche, Ayuso y Meiras

Hasta el momento, un único antecedente protagonizado por el quinto hermano, Fernando, el cual optó a finales de 2006 por gestionar su fortuna a través de su propia sociedad y que supuso un duro golpe para Casa Grande de Cartagena, uno de los mayores family offices de España.

Dentro del proceso de diáspora que desde hace años ha protagonizado la familia y dentro del movimiento de reorganización de las participaciones familiares, Rafael acordó con Mediobanca y Morgan Stanley la compra a futuro, a través de un derivado, del 3,1% del capital de Ferrovial que Fernando había comunicado que deseaba vender. Nueve meses después, el presidente del grupo entregaba a los citados bancos de inversión ese paquete, que finalmente no se quedará, un movimiento que le permitió recuperar un 0,65% de la compañía que las entidades se habían quedado en préstamo.

La familia Del Pino detenta en la actualidad una de las mayores fortunas de España y pese a su especial discreción, rota solo por Fernando del Pino-Calvo Sotelo que alimenta un blog sobre España, Europa y el euro y colabora en el diario Expansión, ha sido siempre motivo de especulaciones más o menos insidiosas, mayoritariamente ligadas a las diferencias de criterio de inversión que en algún momento mermaron la fortuna familiar y cuya referencias más negras estuvieron ligadas a las millonarias minusvalías sufridas en sociedades como Gamesa o Ebro.

Nada que no hayan experimentado en su segunda generación otras familias al frente de grandes grupos empresariales.

Fuente: Tendencias del Dinero