
¿Estamos mejor preparados para tratar con las pandemias? La OMS responde.
Análisis, 13 de mayo de 2025
Los expertos en salud pública y epidemiología coinciden en que la posibilidad de otra pandemia global es real y significativa, aunque predecir cuándo y cómo ocurrirá exactamente es muy difícil. Entre las razones por las que el riesgo sigue latente habría que citar, entre otras: la alta movilidad global. Hoy, aviones, comercio internacional, turismo… una enfermedad puede cruzar continentes en cuestión de horas.
En segundo lugar, la urbanización y densidad poblacional, de modo que más personas viviendo juntas en ciudades facilita la transmisión rápida. En tercer lugar, la interacción humano-animal: muchas pandemias (como el Covid-19, el SARS, el ébola, etc.) tienen origen zoonótico, es decir, saltan de animales a humanos. La deforestación y el tráfico de animales silvestres aumentan estos riesgos.
En cuarto lugar, el cambio climático, pues afecta a la distribución de especies y enfermedades, facilitando la expansión de virus transmitidos por mosquitos, por ejemplo. Quinto, la resistencia a antibióticos: aunque esto no causa pandemias virales, sí puede agravar futuras crisis sanitarias por infecciones difíciles de tratar.
La experiencia del Covid-19 ha animado a los gobiernos a estimular la vigilancia epidemiológica global mediante la adopción de sistemas y protocolos que detectan brotes rápidamente. En la misma línea, se han dispuesto medidas para el desarrollo acelerado de vacunas y tratamientos. Igualmente, la inversión en preparación sanitaria ya no es objeto de debate: tanto en infraestructura como en investigación es una demanda que acecha por igual a países en desarrollo y desarrollados, aunque, obviamente, unos y otros no disponen de los mismos medios. Es por eso que la cooperación internacional se antoja inexcusable: aunque persisten desafíos, como vimos con las desigualdades en el acceso a vacunas, es indispensable para blindar el planeta ante nuevos retos.
La OMS a la cabeza de la prevención
La preocupación por la llegada futura de nuevas pandemias debemos afrontarla con una mejor preparación y un balance permanente para seguir aprendiendo de lo vivido. Los brotes locales seguirán existiendo, pero la meta es evitar que escalen a nivel global. Los virus seguirán evolucionando, pero también nuestra ciencia y nuestra capacidad de respuesta.
La OMS lleva tiempo trabajando en esa perspectiva y acaba de anunciar un fruto importante, la culminación de un acuerdo destinado a mejorar la forma en que el planeta se prepara y responde a las pandemias, un paso histórico que se presentará este mes de mayo a la Asamblea Mundial de la Salud para su adopción.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirmó que “al llegar a un consenso en el Acuerdo sobre Pandemias, las naciones del mundo han hecho historia”.
“No solo han puesto en marcha un pacto generacional para que el mundo sea más seguro; también han demostrado que el multilateralismo sigue vivo y que, en nuestro mundo dividido, las naciones aún pueden trabajar juntas para encontrar un terreno y una respuesta común a amenazas compartidas”, dijo Tedros.
Elaborado al cabo de más de tres años de negociaciones bajo los auspicios de la OMS, el borrador presenta un marco para reforzar la colaboración internacional, la equidad y la resiliencia frente a futuras amenazas sanitarias globales.
El borrador se someterá a la Asamblea Mundial de la Salud, prevista para efectuarse del 26 al 28 de mayo en Ginebra, Suiza, y en caso de ser adoptado deberá ser ratificado uno a uno por cada país.
Estados Unidos no participó en la ronda final de negociaciones y no forma parte del instrumento, porque su presidente Donald Trump ordenó la retirada de la OMS y de los trabajos de la organización desde el mismo día en que tomó posesión, el pasado 20 de enero.
Las negociaciones del acuerdo, con 13 rondas, comenzaron en diciembre de 2021, en plena pandemia del Covid-19, cuando los Estados miembros de la OMS destacaron la necesidad urgente de un instrumento internacional jurídicamente vinculante y establecieron el Órgano Intergubernamental de Negociación (INB en inglés).
La pandemia vivida puso de manifiesto vulnerabilidades críticas en los sistemas sanitarios mundiales, y marcadas desigualdades en el acceso a diagnósticos, tratamientos y vacunas. El virus del Covid-19 se cobró casi siete millones de vidas en el mundo, perturbó gravemente las economías y desbordó los servicios sanitarios en todo el planeta.
Pero, al mismo tiempo, la pandemia desencadenó la mayor campaña de vacunación de la historia, con más de 13.300 millones de dosis administradas en todo el mundo hasta abril de 2023.
Entre los elementos clave del acuerdo figuran el compromiso con el enfoque “Una sola salud” para la prevención de pandemias, el refuerzo de los sistemas nacionales de salud, y el establecimiento de un mecanismo financiero de coordinación.
Asimismo, contempla la creación de una cadena de suministro y una red logística coordinadas a escala mundial para las emergencias sanitarias.
El borrador también propone un nuevo sistema de acceso a patógenos y reparto de beneficios, un mayor apoyo a la transferencia de tecnología y conocimientos, así como a la creación de capacidades, y esboza un personal sanitario de emergencia nacional y mundial cualificado, formado y multidisciplinar.
El texto afirma además la soberanía nacional en las decisiones de salud pública, estableciendo explícitamente que nada en el acuerdo otorga a la OMS autoridad para imponer medidas sanitarias tales como cierres laborales, campañas de vacunación o cierre de fronteras.
Para Tedros, el acuerdo va más allá de su significado diplomático, reflejando resiliencia, unidad y compromiso inquebrantable con la salud y el bienestar de las personas de todo el mundo.
Para la copresidenta sudafricana del INB, Precious Matsoso, “las negociaciones, en ocasiones, han sido difíciles y prolongadas. Pero el esfuerzo se ha sustentado en el entendimiento compartido de que los virus no respetan fronteras, y de que nadie está a salvo de las pandemias hasta que todo el mundo esté a salvo”.
La también copresidenta Anne-Claire Amprou, de Francia, añadió que el acuerdo “sienta las bases de una arquitectura mundial de seguridad sanitaria más sólida y equitativa. Se trata de un acuerdo histórico para la seguridad sanitaria, la equidad y la solidaridad internacional”, concluyó.
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