El BCE quiere saber de quién son las cajas
Análisis, 30 de octubre de 2015
Estaba cantado. La puesta en marcha del Mecanismo Único de Supervisión Bancaria (MUS) en noviembre de 2014 suponía no solo un gigantesco paso hacia la Unión Bancaria Europea, sino el aviso de que las cosas iban a cambiar en el concierto bancario europeo. Y no ha necesitado ni doce meses para empezar a mostrar cuánto de implacable puede llegar a ser. En España su primera víctima ha sido el Grupo Caixa o CaixaBank o la Fundación Caixa o Criteria o simplemente la Caixa…
El BCE ha exigido al grupo financiero catalán que modifique la consolidación de Criteria, del que cuelgan una parte de sus participaciones industriales y CaixaBank y le reclama que aplique la normativa de conglomerado financiero, por lo que Criteria deberá consolidar en su totalidad como un grupo bancario, lo que supone aumentar su control y exigencias de capital y obligará a vender algunas participaciones de Criteria y de CaixaBank.
De poco le ha valido al grupo presidido por Fainé la autorización cómplice del Banco de España para desarrollar una determinada estructura contable, ni el andamiaje de cuentas que fue creado al calor de la reforma de la Ley de Cajas, auspiciada por el ministro de Economía, De Guindos. Todo eso no ha valido para nada y si se quiere formar parte del sistema financiero europeo, todos tienen que jugar con la misma baraja y con cartas sin marcar.
Hace un año, Tendencias del Dinero denunciaba el hecho de que, a pesar de que la crisis se había llevado por delante a la mayor parte de las cajas de ahorros, sobreviviendo únicamente aquellas que tuvieron una mejor gestión, o la suerte de estar en regiones poco afectadas por la burbuja inmobiliaria, el poder que seguían teniendo algunas cajas o sus equivalentes en el sistema financiero español -especialmente La Caixa y Kutxabank