El BBVA, se moja
Análisis, 20 de noviembre de 2015
El Servicio de Estudios del BBVA se despachaba a gusto la semana pasada y aunque no decía nada que no se supiera, hacia público su informe, Situación España, en la que hacía un diagnóstico sobre la economía en 2016 que pocos entienden pueda resultar grato para el gobierno de Rajoy, cuando queda poco más de un mes para las Elecciones Generales. BBVA Research mantiene así su alto nivel de rigor y fiabilidad, alcanzado desde que Miguel Sebastián fuera su responsable (le costó el puesto) y que el actual economista jefe de Economías Desarrolladas del BBVA Research, Rafael Doménech, asumiera el liderazgo del Servicio, aunque es de imaginar que soportando las inevitables presiones e injerencias que suelen producirse en estos casos.
Entre otras cosas, el Servicio de estudios del BBVA, al tiempo que auguraba que la actividad económica progresará durante el próximo año un 2,7% del PIB, un cálculo menos optimista que lo previsto por el gobierno, “apuesta” por un desfase presupuestario de 15.000 millones de euros, proponiendo, entre otras medidas, “ir hacia un mayor uso de los mecanismos de copago”.
Los autores del informe denuncian el agotamiento de algunos impulsos y el aplazamiento de decisiones de gasto, debido a los próximos comicios, a la vez que descubrían la existencia de “una demanda embalsada de bienes duraderos” en el pasado, lo que había favorecido el consumo interno.
El servicio de estudios de BBVA se alinea con la Comisión Europea en materia de déficit público, al señalar que no se cumplirán los objetivos ni en 2015 ni en 2016, a la vez que solicita un mayor control de gasto para reducir el agujero de la caja estatal. La entidad recomienda reducir el gasto público, subir la base imponible de los impuestos más relevantes y ampliar el copago en sanidad, universidades e infraestructuras. ¡Ahí es ná!
Cataluña no se quedaba al margen del análisis del BBVA Research y sus analistas no se cortan un pelo al señalar que su situación añade claramente incertidumbre política que, depende de cómo se gestione, sí puede tener efectos económicos. “Cuanto mejor funcionan las instituciones y más certeza hay en un Estado de Derecho con reglas del juego claras, más fácil es tomar decisiones de consumo e inversión y el proceso de Cataluña no es ajeno a esta decisión”.