Consejo Seguridad ONU reforma descredito

El Consejo de Seguridad de la ONU: ¿reforma o descrédito?

Análisis, 19 de febrero de 2024

El conocido como Grupo de los Cuatro (G4) dentro de las Naciones Unidas, conformado por Brasil, Alemania, India y Japón, ha propuesto un nuevo modelo de reforma que afecta de lleno al Consejo de Seguridad. ¿Será un avance significativo tras más de dos décadas dando vueltas con escaso eco a diferentes iniciativas?

Hasta ahora el Consejo de Seguridad, que actúa como un directorio político de la ONU, cuenta con 15 miembros, 10 de ellos rotatorios y que tienen en cuenta las diversas regiones del mundo, y el grupo de los cinco países (P5) con puesto permanente y poder de veto sobre sus decisiones.

El paso del tiempo y los profundos cambios experimentados en la sociedad internacional acreditan que el Consejo de Seguridad se resiente de la ausencia de una reforma estructural. La eficacia y la legitimidad del Consejo se erosionan sustancialmente ante la proliferación de la violencia y la guerra por regiones de todo el mundo. Y el mandato principal de custodio del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, está en entredicho.

Desde hace tiempo, los integrantes del G4 ambicionan sumarse a los cinco puestos permanentes en el Consejo (P5) de los cinco países con ese privilegio desde la creación del organismo mundial hace 79 años: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia.

El G4 pide un total de 11 miembros permanentes (P11): los cinco actuales más otros seis. También se elevaría el número de los miembros no permanentes con un mandato de dos años, actualmente de 10, hasta 14 o 15 puestos.

Anomalías clamorosas: África y América Latina

Una de las anomalías políticas más destacada en el grupo de países más poderosos del mundo que representan los miembros permanentes, es la ausencia de África como continente, formado por 55 Estados con una población total de más de 1.400 millones de personas. Es todo un continente en el cual, de hecho, se lleva a cabo gran parte del trabajo de paz y seguridad de la ONU. Y ningún Estado miembro de ese continente se sienta en el órgano que debate y decide las políticas relativas a la paz y la seguridad.

El desfase se debe, en parte, a que la mayoría de los países de África no eran independientes cuando se crearon las instituciones de la ONU. La propuesta del G4 contempla que dos de los seis nuevos miembros permanentes sean africanos. Estados Unidos, la Federación Rusa, China, Reino Unido y Francia se han mostrado receptivos a la inclusión, probablemente de no más de uno a través de una reforma puntual del consejo.

Mientras tanto, la región de América Latina y el Caribe (ALC), que cuenta con más de 670 millones de habitantes, repartidos en 33 países, tampoco tiene un puesto permanente en el Consejo de Seguridad, con el agravante de que ya casi todos eran independientes cuando se creó la ONU en 1945.

El poder de veto

Una cuestión añadida es la relativa al poder de veto. Nuevos puestos permanentes con derecho a veto harían aún más inviable el Consejo de Seguridad, opinan algunos. Hay quienes abogan por retrasar la concesión del poder de veto a los nuevos miembros permanentes por 15 años. No está claro, sin embargo, que esto resuelva la crisis actual en que está sumido el Consejo debido a los vetos cruzados de los actuales cinco miembros permanentes.

El G4 plantea que debería invitarse a los Estados miembros a seguir debatiendo el uso del veto en determinadas circunstancias. En principio, los nuevos miembros permanentes tendrían las mismas responsabilidades y obligaciones que los actuales miembros permanentes. Pero para el ejercicio del veto plantean esa moratoria de 15 años cuya continuidad o no debe dilucidarse en el marco de una revisión de la reforma, sin garantías, por tanto, de que pueda entonces efectivizarse.

Sabiendo lo complejos que pueden ser los procesos en la ONU, cualquier cambio en el modelo de membresía está destinado a ser largo, complejo y resistido por algunos países. Es por eso por lo que se ha avanzado poco hacia una representación más equitativa, inclusiva y legitima. Las propuestas han sido muchas. El reto es cómo pasar de la retórica a una alternativa seria que salve los impedimentos que a buen seguro encontrará no solo en la propia ONU sino en el desarrollo de las políticas internas de los países más determinantes, muy especialmente EEUU.

Pero sería errado hacer oídos sordos al hecho de que un número cada vez mayor de gobiernos y ciudadanos consideran que el Consejo es ineficaz e injusto avalando la exigencia de una reforma que incluya la ampliación del número de miembros y la restricción del derecho de veto.

Cabe recordar que cuando se creó, los cinco miembros permanentes representaban alrededor de 35 % de la población mundial. Hoy representan 25 % y se espera que a mediados de siglo representen 20 % de la población mundial.

La reforma del Consejo de Seguridad; la reforma del sistema financiero internacional; la participación significativa de los jóvenes en la toma de decisiones; un Pacto Digital Global para maximizar los beneficios de las nuevas tecnologías y minimizar los riesgos y una plataforma de emergencia para mejorar la respuesta internacional a los complejos choques globales, es una de las prioridades globales del año, dijo el secretario general de la ONU António Guterres.

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