Cameron decide jugar con fuego aún a riesgo de quemarse

Análisis, 14 de diciembre de 2015

Aunque todavía no se ha fijado fecha para el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, todo apunta que éste podría tener lugar en octubre de 2016 y que el primer ministro, Cameron, no busca abandonarla sino reformar la relación del país con la UE. Eso indica, al menos, su carta enviada recientemente a las autoridades europeas sobre las áreas en las que demanda cambios y que a grandes rasgos afectan a los siguientes asuntos:

Gobernanza económica.- Cameron solicita que se establezcan salvaguardias para preservar la integridad del mercado único; el reconocimiento que la UE tiene más de una moneda; que todas las iniciativas de la Eurozona sean voluntarias para miembros que no pertenezcan a la Eurozona, el reconocimiento de las autoridades supervisoras de países no-euro, como el Bank of England; las decisiones que afecten al mercado único deben ser aprobadas por todos los miembros; la no discriminación para ningún negocio sobre la base de la moneda de su país; y que los contribuyentes de países no-euro no tengan que realizar aportación alguna a los rescates de países euro.

El principio de doble mayoría (aprobación por mayoría de países euro y no euro) sería un mecanismo para acomodar estas propuestas. Sin embargo, dado que todos los países, a excepción de Reino Unido y Dinamarca que cuentan con cláusulas de exclusión voluntaria, están obligados a unirse al euro, ésto, eventualmente, implicaría capacidad de facto un veto del Reino Unido, algo que la UE no está dispuesta a aceptar.

Competitividad.- Claro compromiso de reducción de la regulación a largo plazo, buscando avanzar más rápidamente en temas como el mercado único digital, el mercado único energético, la unión del mercado de capitales y establecer más acuerdos de libre comercio (EEUU, Canadá, China, Japón, ASEAN/Asociación de Naciones del Sudeste Asiático).

Bajo la actual Comisión las propuestas legislativas han descendido un 80% y se ha revocado más regulación este año que en toda la Comisión anterior. Holanda y los países nórdicos apoyan mayor liberalización y mejores agendas regulatorias. En este punto es donde el Reino Unido podría conseguir grandes compromisos y, aunque la demanda es demasiado vaga de momento, puede encontrar principalmente la oposición de miembros del parlamento europeo de partidos verdes y de izquierdas.

Soberanía.- Una excepción a “una unión cada vez más cercana”, que sea legalmente vinculante e irreversible; que los parlamentos nacionales puedan bloquear legislación, y medidas para priorizar la subsidiaridad.

Desde 2004 “una unión cada vez más cercana” incorpora diferentes niveles de integración, pero éstos no aparecen en los tratados, y los parlamentos nacionales han aumentado su nivel de escrutinio de la legislación europea, particularmente en el caso de los rescates de la Eurozona. Más allá de ésto y de dar a los parlamentos nacionales ciertos poderes, la UE no está dispuesta a permitir un derecho pleno de exclusión voluntaria sobre la legislación comunitaria, por lo que no es probable que el Reino Unido consiga cambios substanciales.

Inmigración.- Prohibición por cuatro años de obtener prestaciones sociales para inmigrantes de la UE; y restricción a la libertad de movimientos de personas para nuevos miembros de la UE hasta que alcancen cierto nivel de convergencia.

La libertad de movimiento de personas es una de las cuatro libertades básicas de la UE y restringirla iría en contra de la esencia de la UE y los países del Este se oponen ferozmente. Además, Suiza (que tiene una serie de acuerdos bilaterales), que aprobó por referéndum limitar la inmigración, se encuentra en graves problemas con Bruselas por ello. La mayor concesión que Reino Unido podría obtener en esta área es una restricción temporal para nuevos miembros de la UE, dado que ha sido aplicado en 2004.

Los analistas de referencia consideran que la estrategia de Cameron es arriesgada y que las reformas que puede obtener no son, en la mayoría de los casos, de gran calado, pero buscan reforzar la imagen de una mejora de la situación del Reino Unido delante del público británico, con el objetivo de permanecer en la UE.

Sin embargo, el referéndum se puede volver en su contra a la vista de que hoy las encuestas están más ajustadas que hace un año, además de que ningún precedente histórico sirve de guía. En 1975, en otra consulta, el 66% de los británicos votó a favor de permanecer en la CEE de entonces. La situación política y económica era la opuesta. En aquellos momentos, el gobierno laboralista estaba dividido sobre la cuestión mientras que los conservadores apoyaban la permanencia; hoy ocurre lo contrario. En 1975, los niveles de vida en la isla eran inferiores a la pujante economía continental del momento, hoy los roles se han intercambio.

Una salida de la UE implicaría una caída del PIB entre el 1,2-5%, según estimaciones de diversas instituciones. El impacto dependería del tipo de relación que el Reino Unido tendría con la UE post-Brexit.

Una salida de Gran Bretaña tendría consecuencias políticas y entre ellas la dimisión de Cameron y que Escocia realizaría quizá otro referéndum sobre su permanencia al Reino Unido (la opinión pública escocesa quiere permanecer en la UE).

Fuente: Tendencias del Dinero