Caixa: el valor de la constancia
Análisis, 09 de marzo de 2016
Consciente de que el mercado español no da mucho más de sí y de que su futuro pasa por tener una fuerte presencia en el exterior, como la que tienen las dos entidades españolas que la superan en tamaño (Santander y BBVA), Caixabank ha vuelto a poner en marcha todas sus capacidades, que son muchas, para retomar la iniciativa que deberá llevar definitivamente a la antigua Caixa, a adquirir el 100% del Banco Português de Investimento (BPI) del que actualmente posee el 44%.
La ofensiva de la entidad catalana se produce en un momento en que la prensa portuguesa se hace eco de la posibilidad de que el gobierno portugués puede poner en marcha medidas políticas para eliminar la limitación de los derechos de voto en BPI al 20%, algo que allanaría el camino al banco presidido por Faine, al ver mermados derechos de la parte contraria y de su accionista más crítica con la operación, Isabel Dos Santos, quien controla un 21% de la entidad.
El problema aquí, como en casi todo, está en el precio, ya que si Caixabank eleva la oferta por el paquete de Dos Santos (y por ende, de su OPA por el monto restante), se podría poner en peligro la creación de valor de la operación, aunque el componente estratégico de la misma le concede a esta compra un valor añadido adicional.
El intento de la Caixa de hacerse con el control de BPI experimentó un sonado fracaso, cuando no pudo hacerse con la mayoría del capital mediante la correspondiente OPA, lanzada a mediados del pasado año, dada la fuerte resistencia de las familias portuguesas Dos Santos y Violas Ferreira con fuertes intereses en el Banco de Fomento Angola (BFA) participado por el BPI y en el que el nivel de riesgo era y sigue siendo muy elevado.
La alternativa portuguesa es la única senda de expansión internacional que tiene en estos momentos la Caixa, tras vender el pasado año a Société Genérale el 20% que tenía en Boursorama.