2016, año de incertidumbres y riesgos
Análisis, 19 de enero de 2016
2016 no solo va a ser un año económicamente complicado para España por las incertidumbres generadas en Cataluña y la complicada formación del nuevo gobierno central, sino que son muchos los acontecimientos que van a tener una decisiva influencia en la economía mundial.
Entre las que afectarán a la Unión Europea, las que aparecen como prioritarias en las agendas de los gobiernos miembros, se sitúan el debate sobre la permanencia de Gran Bretaña en la UE a celebrar durante 2017, el impacto de la crisis de refugiados en la gobernanza europea y la permanente espada de Damocles de Grecia.
Por lo que respecta al Eurogrupo, seguirá primando la búsqueda de un crecimiento sólido, ligado a niveles de inflación sostenibles y a la capacidad del BCE para seguir introduciendo estímulos que consigan el éxito que se busca.
China y su más que probable desaceleración económica, seguirá siendo uno de los elementos que van a influir más poderosamente en las economías con independencia de que sean desarrolladas o emergentes.
El cambio de modelo chino en busca de un mayor peso de la terciarización de su economía, caracterizada por unas tasas de crecimiento menores, tendrá varias repercusiones y del éxito de su implantación depende la profundidad y extensión de la crisis y su repercusión en otras zonas del mundo. Así, la ralentización del crecimiento chino modificaría la gestión de las reservas de divisas en un entorno de fuertes salidas de capitales del país que, pese a que China tiene margen suficiente de actuación, está obligando al banco central a actuar en el mercado de divisas a través de la venta de reservas.
Esta política que busca frenar la depreciación de la divisa, es seguida por otros países emergentes como Brasil que ha optado por la libre fluctuación de la moneda y por subidas de tipos para controlar la inflación y la devaluación de su moneda.
Consecuencia de la crisis china es el cambio de las economías emergentes que están contribuyendo menos al crecimiento mundial, debido, fundamentalmente, a un crecimiento menos intenso en importaciones.
Las dudas sobre la economía China tendrán, sin duda, sus repercusiones sobre las economías emergentes y especialmente sobre las que tienen una fuerte dependencia a las materias primas y a la demanda china, y un muy elevado endeudamiento en dólares, lo que se traduce en una caída del precio de las primeras y una depreciación de sus divisas.
El caso de Rusia merece una especial atención ya que su moneda se ha convertido en uno de los más damnificados de las turbulencias en las commodities, hasta el punto de que el rublo ha caído hasta mínimos históricos frente el dólar situándose en 77,2. La caída del precio del petróleo afecta muy negativamente a la actividad en Rusia y, en última instancia, es lo que está explicando la fuerte debilidad del rublo.
Las previsiones de crecimiento para Rusia dibujan un escenario muy pesimista en el medio plazo y el FMI estima una caída del PIB del -3,8% en 2015 y del -0,6% en 2016, siendo estas cifras mucho más creíbles que las del gobierno de Putin, no debiéndose descartar nuevas intervenciones que vuelvan a presionar a la baja las reservas rusas. Antes de la crisis de Crimea, en 2014, comenzaban el año en 510.500 millones de dólares y cerraban 2015 en 370.200 millones, después de conseguir frenar su deterioro durante el ejercicio.
Íntimamente ligado con la depreciación de las divisas de los emergentes, se sitúa la política de la Reserva Federal de EEUU, país que tiene en su agenda unas elecciones presidenciales para el mes de diciembre que tendrá, sin duda, sus repercusiones en el ritmo de subidas de tipos que apruebe la Fed.