Panorama sombrío para la economía española
Artículos, 03 de noviembre de 2016
El PIB de España durante el tercer trimestre creció un 3,2% interanual, a la vez que el número de ocupados subía en un 2,7%. Estos datos, buenos por muchas que sean las críticas sobre la calidad del empleo, han puesto de manifiesto, un trimestre más, la resistencia del ciclo expansivo, que se ha visto apoyado no sólo por factores transitorios (la política modetaria del BCE, el descenso de los precios del petróleo o la bajada de impuestos), sino también por cambios estructurales que han derivado en moderación salarial y en una mayor orientación exportadora.
Con todo, buena parte de este crecimiento del PIB es cíclico, derivado del intenso ajuste en la producción que tuvo lugar con la crisis económica, que dejó recursos infrautilizados. El crecimiento potencial de la economía es bajo, en torno al 1%; aumentarlo va a requerir vencer unas tendencias demográficas adversas por el envejecimiento de la población. La última EPA es reveladora de ello.
En el último año, la población en el segmento de 25-54 años (determinante de la oferta de empleo) bajó en 255.000 personas, mientras que la población total se mantenía estable. La población activa en ese grupo cayó en menor medida (151.000) porque aumentó la tasa de actividad.
Según las proyecciones del INE, la población de 25-54 años bajará a un ritmo medio de 265.000 personas durante los próximos cinco años. La tasa de actividad en el mercado de trabajo español ha alcanzado niveles elevados (superiores a la media del euro) por lo que apenas tendrá margen para compensar esta caída. La población total, sin embargo, registrará escasas variaciones, lo que implicará un aumento de la población dependiente. Por ello, el crecimiento de la productividad se va a convertir en un elemento crucial para mejorar el bienestar de la economía española.