Talentum a raudales

Análisis, 16 de julio de 2015

Hace un par de semanas, Telefónica celebraba en Madrid Joinnovation, proyecto que reunía y premiaba a los jóvenes y mentores que han vivido la experiencia de Talentum Schools, Talentum Startups y Labs que, dicho en román paladino, son iniciativas de Telefónica que posibilita no solo localizar y fomentar el talento, allá donde se encuentre, en materia de innovación digital y campos conexos a ésta, sino tutelar todo el potencial que sus participantes llevan dentro. Y cuando se asiste a este tipo de eventos, se puede empezar a pensar que todavía nada está perdido, ya que en España hay talento a raudales y empresas que están dispuestas a localizarlo e incentivarlo, aunque solo sea porque solo así se aseguran su supervivencia futura, o lo que es lo mismo, por necesidad.

Proyectos de estas características, que no suelen ocupar más allá de media columna de un periódico, permiten poner cara y ojos a niños de no más de 10 años que ya han sido capaces de programar una aplicación o a universitarios con proyectos en desarrollo que pueden competir con cualquier colega de Silicon Valley.

Son actos que permiten aprender y recuperar la confianza en el futuro de este país, a la vez que comprobar cómo los CEO´s de grandes empresas, como es el caso Álvarez-Pallete, de Telefónica, no solo deben ser buenos para optimizar una cuenta de resultados, sino también para adelantarse al futuro y armar una intervención pública sólida y sin margen a lo superfluo como fue el caso.

Solo en esas circunstancias, es posible basar en su intervención el contenido de una pieza periodística como ésta, sin necesidad de plagiar sus ideas en tanto en cuanto lo que viene a continuación es una copia, casi literal, de sus palabras en el acto de Joinnovation.

Partiendo de la base de que la actual revolución tecnológica o digital no tiene precedentes en la historia del ser humano y que nunca antes se había vivido un impacto tecnológico como el que estamos viviendo en la actualidad, como lo demuestra el hecho de que el impacto en PIB per capital es exponencialmente superior al vivido en cualquier otro momento de la vida del mundo, Renacimiento incluido, la cuestión es que ésto no ha hecho nada más que empezar y que la explosión de tecnología está rompiendo con todos los paradigmas como consecuencia de la existencia de los smartphones y las tablets.

No hay nada en el mundo que no vaya a ser cambiado o modificado en un futuro más o menos inmediato como consecuencia de esta nueva revolución y ningún sector o actividad va a mantenerse inalterable frente a esta especie de convulsión.

El teléfono, necesitó 75 años para alcanzar los 50 millones de usuarios; la TV, 17 años; Internet, 4; Twitter, 1.096 días y hoy, aplicaciones como Angry Birds, solo necesitan 35 días. La verdad es que produce vértigo.

No hay fronteras ante la explosión de la conectividad y la quinta generación de móviles va a reventar los actuales records de velocidad; consecuencia de ello es que el número de dispositivos se va a multiplicar con cada tecnología, hasta el punto de que nada de nuestro entorno podrá mantenerse ajeno a este proceso: el ocio, el vestir, la alimentación, el transporte…

Hasta tal punto llega el proceso, que cualquier chaval, desde cualquier lugar del mundo, podrá alterar un modelo de negocio y no por voluntad expresa de alterarlo, sino simplemente porque la tecnología se lo permite y su forma de pensar le va a conducir a ello.

Hoy, ninguna empresa tiene garantizado su futuro y comprobamos cómo la mayor compañía mundial de plazas hoteleras, no cuenta con una sola habitación, mientras que la mayor compañía de coches del mundo no tiene flota como es el caso de Uber. Y lo mismo cabría decir del sector de la mensajería, ya que WhatsUp no tiene ni una sola red de telecomunicaciones. Al mundo de siempre, la revolución liderada por gente joven y procedente del perímetro del sistema, el proceso le pilló desprevenido.

Hoy, ambos mundos, el analógico y el digital están en proceso de fusión y por eso compañías como Telefónica buscan y se esfuerzan en localizar los caladeros de innovación tratando de incentivar las capacidades digitales allá donde se encuentren en la medida en que solo así podrá asegurar su propia supervivencia en el futuro.

Pese a todo ese futuro tan cierto como pletórico, el 76% de los estudiantes en la enseñanza primaria y secundaria no cubren suficientemente sus necesidades de formación en materias como robótica o programación y eso es un hándicap a tener muy en cuenta, ya que se amplía la brecha entre demanda de trabajo y oferta existente y eso, tratándose de una país con la tasa de desempleo de España, es un lujo que no nos podemos permitir. Y no solamente eso, sino que está disminuyendo el número de estudiantes formados en este tipo de conocimientos y eso tiene que ser resuelto con urgencia.

Solo bajo esas coordenadas se entiende todo ese mundo en el que Telefónica se ha metido, ya que lo que está haciendo es invertir en su propia supervivencia en la medida en que hoy por hoy nadie tiene asegurado su futuro. Solo fomentando la capacidad de los talentos, buscando intérpretes de las tendencias digitales, de los modelos de negocio, etc. es posible optar a una plaza en ese futuro que es presente, en donde, por no existir, no existen ni reglas del juego.

Fuente: Tendencias del Dinero