El FMI tiene puestas sus esperanzas en 2016
Análisis, 24 de octubre de 2015
El FMI ha hablado y ha vuelto a revisar las previsiones a la baja, tanto para los países desarrollados como para los emergentes, si bien, la tendencia de ambos grupos sigue siendo divergente, ya que mientras las economías avanzadas están en un proceso de recuperación moderado y gradual desde el 1,8% de crecimiento en 2014 hasta el 2,2% en 2016, las emergentes mantienen su perfil de desaceleración y por quinto año consecutivo, en 2015 crecerán menos que el año anterior, para luego repuntar en 2016.
A nivel global, el crecimiento de la economía mundial se moderará en 2015 hasta el 3,1% interanual desde el 3,4% de 2014, para repuntar en 2016 (3,6%).
En el corto plazo, el entorno está marcado por el retroceso de los precios de las materias primas; la menor afluencia de capitales a los emergentes y por una creciente volatilidad de los mercados financieros. No obstante, el Fondo muestra su preocupación por el carácter persistentemente atenuado de la recuperación, que hace pensar que hay fuerzas comunes a medio plazo que también están ejerciendo una influencia importante. Entre ellas destacan el escaso aumento de la productividad; los legados de la crisis (elevada deuda pública y privada, debilidad del sector financiero, poca inversión); las transiciones demográficas; o la etapa de ajuste que están atravesando algunas de las grandes economías emergentes tras el boom de crédito e inversión que siguió a la crisis.
Los riesgos siguen siendo a la baja. En el corto plazo, la evolución del petróleo, el cambio de modelo de la economía china y la normalización de la política monetaria por parte de la Fed, son los principales focos. Pero de fondo, el temor a un menor crecimiento debe ser la principal preocupación de las políticas económicas, que deben compaginar medidas de impulso de la demanda con reformas estructurales.