A sus 100 años, Henry Kissinger sigue haciendo gala de un discurso coherente y con altas dosis de prudencia, resultado, sin duda, de un bagaje cuyo balance es consecuencia, entre otros, de haber servido como consejero de todos los presidentes de EEUU de la época moderna. Se esté o no de acuerdo con sus dictámenes, sin duda, es una voz a tener en cuenta en momentos de ascendente turbulencia en las relaciones internacionales.

Sin las cortapisas del quehacer político activo, en una amplia y reciente entrevista con Bloomberg se explayó con franqueza sobre temas candentes, emitiendo una advertencia contundente sobre la necesidad de tomarse en serio las preocupaciones del momento.

La guerra de Ucrania y el futuro de Putin y Rusia

Si el curso de la guerra obliga a Moscú a abandonar la ofensiva militar y aceptar un acuerdo de paz, los días de Putin en el Kremlin pueden estar contados. No obstante, en la gestión de esa paz es preferible evitar la desmembración de Rusia o su transformación en una potencia resentida. La ambivalencia tradicional, entre Oriente y Occidente, y las aspiraciones irrealizables siguen marcando, en opinión de Henry Kissinger, la identidad del país.

El balance final del conflicto marcará el devenir, democrático o no, de ambos países, Ucrania y Rusia, pero también de las relaciones de Moscú con Bruselas a través de la definición de algún tipo de consenso que debe procurar el mantenimiento de algún vínculo sólido a la propia Europa.

El conflicto China-Taiwán

Henry Kissinger reconoce la alta probabilidad de que llegue a producirse un conflicto militar de mantenerse las actuales tendencias, es decir, el auge independentista en la isla y el rechazo a cualquier fórmula de unificación con el continente y la obsesión estratégica de Xi Jinping de materializar la unidad político-territorial en los próximos años.

El ex-secretario de Estado norteamericano destacó como China se involucra cada vez más en asuntos litigiosos lejos de su región tradicional afianzando la vía del diálogo y erigiéndose como un mediador activo mientras que en el Estrecho de Taiwán elude el diálogo con Taipéi.  

Estados Unidos-China

Gran conocedor del gigante asiático por su destacado papel en la normalización de los lazos bilaterales en los años setenta del siglo pasado, Henry Kissinger reconoció no tener claro el resultado final de las crecientes tensiones entre ambos países. Sí que los costos de una hipotética guerra entre las dos superpotencias serían desproporcionados, inasumibles para ambas partes y para la comunidad internacional en su conjunto.

Persiste una percepción reciproca de representar el uno para el otro la principal amenaza y esto supone un reto de gran magnitud que exige una clarificación sincera de las aspiraciones globales de cada parte.

Eclosión de India

Sin negar la “irritación” que le causaba el no alineamiento de India durante la Guerra Fría, el dictamen de su política actual resulta extremadamente favorable. Ello es debido a que advierte en el gobierno de Narendra Modi una percepción clara de cuáles son los intereses básicos del país y como muchos de ellos coinciden con los de Estados Unidos.

Para Henry Kissinger, India crecerá en los próximos lustros de forma comparable a China, aunque no exactamente de la misma manera y siguiendo el mismo parámetro; pero es ya una gran potencia y está llamada a desempeñar un papel activo en la plasmación de nuevos equilibrios en las influencias regionales y globales.

El papel de Alemania

Berlín, según Kissinger, interioriza cada vez más su condición de centro de gravedad político de Europa, planteando dudas y reservas acerca de cuál será su papel. El reto principal en este sentido consiste en reconocer su propia transformación y articularla en positivo, evitando los dilemas y encrucijadas que en el pasado condujeron a la inestabilidad continental. Berlín no puede desentenderse de su responsabilidad, pero debe reflexionar sobre como ejercer su poder.

También Europa debe reconocer este nuevo estatus de Alemania en su seno y disponer las soluciones institucionales para que se tengan en cuenta los intereses de todos los países, insuflando moderación y consenso en la definición de las políticas comunitarias con sello germano.

Gran Bretaña post-Brexit

Tras el Brexit, el acercamiento entre Washington y Londres seguirá intensificándose, puliendo los lazos bilaterales y actualizando y profundizando aun más la larga historia de “asociación especial” del Reino Unido con Estados Unidos. Para Henry Kissinger, Gran Bretaña puede actuar de enlace efectivo entre Bruselas y Washington, aunque no está claro que el intermediario se necesite o sea aceptado de buen grado por todos los socios comunitarios.

No duda, por otra parte, en que la UE seguirá en los próximos años una política paralela a la de EEUU en las cuestiones esenciales, manteniendo una estrecha cooperación.

La polarización en EEUU

Kissinger no oculta su preocupación por el rumbo de la política en su propio país, especialmente en lo que se refiere a la polarización, la principal inquietud en el futuro inmediato.

Define el “America First” como una teoría extrema que se centra demasiado en América y no en las cuestiones globales, lo cual representa un riesgo a futuro. Y sentencia: “si no se equilibran ambas cosas, EEUU quedará aislado”. Henry Kissinger reconoce el papel de la Administración Biden en el intento de hacer un trabajo serio a este respecto, pero con altas dosis de timoratismo por miedo a los ataques de los rivales políticos que no le dan tregua.

El mapa trazado por Henry Kissinger sugiere un orden global en transición con puntos calientes bien identificados y una llamada común a la sabiduría para aplicar moderación y diálogo en la búsqueda de soluciones.

SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA

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