Mientras asume el cambio de horario europeo, España se niega a recuperar el huso horario cambiado por Franco

Análisis, 04 de abril de 2016

El pasado domingo de Pascua los españoles, junto con el resto de los europeos, exceptuando Islandia, adelantaban una hora sus relojes en un ejercicio de rutina que se repite dos veces al año, cada uno en sentido contrario. La decisión persigue, supuestamente, ahorrar energía al añadir tiempo de luz diurna a las tardes, con lo que, al parecer, se beneficia al comercio y a otras actividades al disminuir la necesidad de iluminación artificial (?), en la misma proporción en que perjudica otras acciones y comportamientos sociales.

España, como el resto de los europeos, se somete a un cambio de horarios cuya incidencia en la salud es motivo permanente de discusión, y no es capaz de dar solución a un viejo debate generado en España desde hace décadas, aunque despreciado por los sucesivos gobiernos españoles, según el cual España debe volver a donde estaba antes de que Franco, en 1942, en plena II Guerra Mundial, adelantara el horario oficial en 60 minutos para coincidir con el huso horario de la Alemania de Hitler.

Pese a los reiterados argumentos que apoyan la tesis de que España retorne al huso horario existente antes de 1942, entre los que cabe citar la del catedrático emérito de la Universidad norteamericana de Duke, Allen Frances, quien señala con contundencia que “los españoles tienen que cambiar los hábitos de sueño… sufren ustedes una falta grave de sueño y eso provoca ansiedad e irritabilidad. Cenar a las 10 de la noche e ir a dormir a las doce o a la una tenía sentido cuando hacían siesta. El cerebro elimina toxinas por la noche. La gente que duerme poco tiene problemas, tanto físicos como psíquicos”, los sucesivos gobiernos se aferran a una situación anacrónica sin dar explicaciones de tipo alguno.

Desde que Franco adoptara la controvertida y política medida, los españoles vamos una hora por delante del tiempo solar en invierno y dos durante el verano, siendo los únicos europeos que vivimos con la hora desajustada respecto a las horas de luz y oscuridad naturales y todo ello tiene graves repercusiones en la sociedad y en sus ciudadanos.

Los expertos señalan que volver al huso horario del meridiano de Greenwich supondría un ahorro en todos los sentidos, puesto que se volvería a vivir con el sol, ya que la diferencia entre la hora oficial y la solar acorta el descanso, perjudica la natalidad y las relaciones familiares y sociales, reduce la productividad, incide en la siniestralidad laboral y de tráfico, aumenta el fracaso escolar e impide una coordinación adecuada con otros países.

Por el contrario, adecuar el huso horario a la realidad de la península ibérica permitiría, entre otras, mejoras de todo tipo en materia de conciliación de la vida laboral y familiar, aumento de la productividad, ahorro energético o salud psíquica ciudadana y sobre ello parece existir consenso entre todos los expertos en la materia. Sin embargo, pasan los años y los gobiernos, pese a que una subcomisión del Congreso de los Diputados haya pedido que se estudie la posibilidad de volver al horario de siempre, petición amparada por todo tipo de sólidas argumentaciones, no parecen dispuestos a tomar decisión alguna.

El objetivo de la subcomisión no era otro que “España converja con Europa en muchos aspectos en los que hoy está sumamente alejada, particularmente en productividad, conciliación y corresponsabilidad” y pocos ponen en duda que retornar al horario que nos corresponde, dada nuestra situación geográfica, permitiría mejoras importantes en muchos sentidos. ¿Qué ocurriría si retrasáramos una hora nuestros relojes? Obviamente modificaríamos nuestros hábitos y volveríamos a comer a la una y cenar a las ocho, trabajaríamos hasta las 5 o 6 de la tarde y nos meteríamos en la cama nunca después de las 11 de la noche, lo que obligaría, entre otras cosas, a reordenar la programación de radios y televisiones españolas.

Hay que recordar, en este sentido, que la mayoría de las emisoras de radio españolas inician sus programas deportivos estrella de gran audiencia a las 00:00 y no terminan nunca antes de la 01:30. Los expertos en natalidad ya ni siquiera se llevan las manos a la cabeza. Los sucesivos gobiernos no han tomado nunca en consideración la propuesta, arguyendo hipotéticos costes que tendrían para la sociedad española, algo que nadie se atreve a evaluar y que resultan poco sólidos y que no han aparecido en ningún momento en un país como el Reino Unido, cuyos niveles de crecimiento económico no son, en ningún caso, de los más bajos de la Unión Europea, sino todo lo contrario.

Entre los expertos en la materia y a la vista de los estudios demoscópicos realizados, existe la idea generalizada de que un cambio de estas características no se lleva a cabo en España por razones chuscas de carácter cultural como pueden ser el que muchos políticos, empresarios y dirigentes sociales se oponen rotundamente a dicha modificación ante la posibilidad de tener que alterar su hábitos.

Estas prácticas se resumen en empezar a trabajar a las 10:00 y no recogerse nunca antes del final del día, lo que supone terminar de comer a las cinco de la tarde y fomentar el presencialismo laboral de muchos de sus empleados que no se mueven de sus puestos hasta que lo hace el jefe. Todo ello sin contar con una mayor presencia hogareña que disgusta a muchos de los encuestados. Pese a toda la desidia que este asunto genera en España, cada vez hay más casos de empresas que han “implantado” el huso horario que le corresponde.

Es el caso de Iberdrola en donde se ha mejorado la productividad, el ahorro de costes y la conciliación de la vida laboral y familiar.

Fuente: Tendencias del Dinero