La última EPA ofrece tantas certezas presentes como dudas futuras

Análisis, 02 de febrero de 2016

Más allá de los resultados de la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre de 2015, conocidos recientemente y que han venido a confirmar que en el pasado año se consiguieron logros reseñables en crecimiento y empleo, un análisis detallado de sus resultados pone de manifiesto varios aspectos cuya evolución resulta menos satisfactoria.

En primer lugar, se empieza a hacer evidente que la demografía es un factor limitativo del crecimiento potencial de la economía, como consecuencia de que la población activa mantiene una tendencia ligeramente descendente, que actualmente es resultado del envejecimiento de la población.

Así, en 2015 el aumento de la población de más de 65 años equivalió al 74% de lo que cayó la población activa. De igual manera, aumentó con fuerza el segmento de población de 55-65 años, un tramo donde la tasa de actividad decae debido a las jubilaciones anticipadas. Y ello a pesar de que el flujo migratorio negativo, que alcanzó cifras elevadas en 2013 (250.000 personas), parece haberse detenido en 2015 (en la primera mitad del año las salidas netas fueron sólo 7.400).

A la vista del aumento de los ocupados con jornada completa (3,2%), se percibe una mayor confianza en la duración de la fase expansiva, mucho más intenso que aquellos con jornada parcial (1,9%). Sin embargo, resulta sorprendente que no haya sucedido lo mismo con la contratación fija respecto a la contratación temporal, pues al contrario de lo que cabría esperar, se ha producido un aumento relativo de los segundos (la tasa de temporalidad ha subido en algo más de un punto, al 25,7%).

La tendencia del empleo por sectores, evidencia que la desaceleración del crecimiento mundial ha tenido efecto. En concreto, el empleo en la industria tuvo un punto de inflexión a mitad de año, de forma que si bien los ocupados han subido como media del año en 25.000, en la segunda parte se perdieron 54.000 empleos, ajustado por estacionalidad.

El empleo en el sector de la construcción (que aumentó en 28.000 en el conjunto de 2015) ha tenido un perfil similar al de la industria, pues el destacado aumento de la ocupación en la primera mitad de 2015, ha venido seguido por una caída en la segunda parte, lo que pone en evidencia la limitada capacidad de la construcción para impulsar el ciclo de crecimiento.

Por último, el sector servicios (donde los ocupados aumentaron en 422.000) ha sido el responsable del dinamismo del mercado laboral de forma sostenida. Dentro de este capítulo, cabe destacar que se produjo una aceleración del empleo en el sector público, hecho ilustrativo de que la política fiscal ha pasado a tener un efecto expansivo.

Esta composición del empleo se corresponde con un patrón de crecimiento que en 2015 ha tenido como principales motores al consumo privado y al turismo.

Para 2016 las perspectivas son positivas, debido a que el crecimiento económico tiene una inercia que se ve impulsada por la política monetaria expansiva y la bajada del precio del petróleo. Sin embargo, hay factores que conviene vigilar, como son las dudas sobre el crecimiento económico de los países emergentes, la aversión al riesgo en los mercados financieros y, en clave interna, el complejo entorno político, que podría impactar en la confianza de los agentes, en un sentido que por ahora resulta indeterminado.

En cualquier caso, los analistas de referencia prevén que el PIB este año aumentará un 2,9% y que la tasa de paro quedará por debajo del 19%.

Fuente: Tendencias del Dinero