2017: la incertidumbre que viene y España sin gobierno

Artículos, 21 de abril de 2016

Después de que la economía española creciera un 3,2% en 2015, desde hace meses se anuncia una moderación en 2016 y que, según todas las encuestas que compilan previsiones de instituciones públicas y privadas, oscilan entre el 2,5% y el 3%, con la media situada en el 2,7%. De la tendencia apuntada no se sustraen organismos tan sólidos en sus pronósticos como el Banco de España y FMI que han bajado sus previsiones para el PIB en 2016, aunque se trate de un ajuste marginal hacia el punto medio del rango de previsiones.

La mayoría de las revisiones se están haciendo sobre la base de un cierto empeoramiento del contexto exterior –precios de las materias primas, emergentes, China…-, pero ninguna recoge factor idiosincrático alguno, como podría ser la incertidumbre política, que tanto parece influir en España.

En su conjunto, de un resumen de los análisis más relevantes publicados se puede sacar la conclusión de que la economía española mantiene una buena tendencia y tiene fundamentos que favorecerán un elevado crecimiento del PIB en 2016. No obstante, el año 2017 se presenta con más dudas, dado que en ausencia de reformas, los impulsos que ahora sostienen el crecimiento pueden ir agotándose.

Sobre la evolución de la economía española en 2017 existe igualmente un cierto consenso de que su crecimiento será inferior al de este año, ya que sobre ese año pesan más incertidumbres tanto exteriores como nacionales que sobre 2016.
Por el momento, los analistas de referencia manejan todo un abanico de datos que permiten elaborar una radiografía de la situación económica española:

  1. En el primer trimestre del año, la moderación en el crecimiento económico ha sido muy leve; el empleo no se ha resentido, pues ha subido a un ritmo igual o superior al de finales del pasado año, y el número de afiliados a la Seguridad Social ha aumentado un 0,7% trimestral, marginalmente por encima de lo que creció en el trimestre anterior. Los indicadores de confianza sí acusan cierto descenso que, en todo caso, es inferior al que muestran los mismos indicadores para el conjunto del área euro. La producción industrial refleja una moderación más evidente, siendo ésto lo que justifica el que la previsión de crecimiento del PIB en el primer trimestre del año sea algo inferior a la del último trimestre de 2015 (0,7% trimestral desde 0,8%).
  2. La capacidad de gasto de las familias en 2016 se va a incrementar por varias vías que van, desde el aumento de la renta salarial real basada en la mejora del empleo, hasta por la bajada de impuestos directos decidida el pasado año y que todavía tiene efectos en este ejercicio, pasando por la caída de los tipos de interés, que está reduciendo el coste del servicio de la deuda.
  3. Las condiciones de acceso a la financiación están mejorando, tanto para empresas como para familias, principalmente porque se está trasladando la bajada de tipos de interés al coste del crédito.
  4. La inversión residencial tiene margen de mejora pues, aunque no se espera que sea el motor del crecimiento, la actividad y la demanda parten de niveles inferiores a lo que se estima que son de equilibrio, los tipos de interés son bajos y los precios de activos inmobiliarios están ligeramente al alza.

Frente a esos factores que juegan a favor de la evolución de la economía española, existen otros que representan elementos de riesgo futuro, como consecuencia de focos de incertidumbre que apuntan a 2017:

  1. En primer lugar, el perfil de crecimiento trimestral que se prevé en 2016 muestra una suave desaceleración, de manera que si bien en el primer trimestre del año el crecimiento trimestral anualizado superará el 3%, en el último estará próximo al 2,2%. Esto significa que la economía va a ir perdiendo inercia según avance el presente año.
  2. El ajuste pendiente del déficit público (5,2% del PIB en 2015). Tras desviarse del objetivo en 2015, es inevitable que se relajen los de 2016 y 2017. No obstante, España deberá redefinir un plan de consolidación fiscal, pues manteniendo las cosas como están, el déficit público superaría lo que Bruselas puede aceptar. Dada la situación política, es improbable que se aborde el ajuste en 2016, pero es factible que se empiece a implementar en 2017. Si es así, la previsión de crecimiento del PIB en 2017 habría que rebajarla.
  3. La incertidumbre política es el último factor de riesgo cuyos efectos han sido poco perceptibles en los datos que se tienen hasta el momento, pero un entorno de indefinición en las reformas económicas, que van a definir el entorno, es evidente que no es positivo. En particular, España afronta unos retos de cara al futuro, relacionados con su crecimiento potencial, con el elevado paro estructural y con sus cuentas públicas, que van a requerir un debate político sobre cómo abordarlos.

Fuente: Tendencias del Dinero