La guerra contra el dinero en efectivo se está convirtiendo poco a poco en un conjunto de actuaciones coercitivas de todo tipo adoptadas por los poderes políticos y regulatorios que restringen la libertad y reducen el bienestar de millones de ciudadanos. Todas las iniciativas en contra de la circulación y uso del dinero en efectivo tienen como objetivo el beneficio exclusivo de aquellos que ya ejercen una cantidad excesiva de poder y control sobre la economía y las personas; el oligopolio financiero que tuvimos que rescatar de la quiebra con todos los impuestos de Occidente. Lo último que les queda a los ciudadanos para disfrutar de privacidad, anonimato y libertad personal en sus vidas, cada vez más controladas y encuestadas, es el uso del dinero en efectivo. Estas son algunas de las de las conclusiones de la segunda parte del Seminario sobre la Brecha Financiera en España realizado por el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada. En el primero se señalaba que las restricciones de acceso al efectivo van a provocar que en 2025 el 5% de la población española carezca de ese acceso al dinero físico, lo que precipitará su total exclusión financiera.

Bajo el pretexto del control fiscal de corte orwelliano que impulsan los poderes públicos -ya felizmente superado pues la fiscalización se determina con precisión en el cruce de IVA, retenciones de IRPF y justificación de origen y aplicación de fondos-, las grandes multinacionales del dinero electrónico imponen sus matrices y controlan los cotizados caladeros de datos personales de los ciudadanos.

El dinero efectivo es el único medio legal para cumplir las obligaciones dinerarias ordinarias. Las monedas y billetes que emiten los bancos centrales constituyen la moneda oficial de los países, su uso es legítimo. Las restricciones a su manejo es una aberración de dudosísima legalidad constitucional. Un derecho básico que quienes tienen el deber de defender y garantizar, lo limitan y estigmatizan, sin base de interés general ninguna; pero sí con grandes beneficios al oligopolio financiero de los pagos electrónicos. Si las personas se tomaran la molestia de leer los términos y condiciones, que tan minuciosamente como extensa y minúscula tipografía aplican, el dinero de plástico y el pago electrónico se vería seriamente reducido. Vemos, atónitos, una claudicación del estado y de la soberanía popular que a la larga será lesiva para la cohesión social y la vertebración de los estados, que los nacionalismos excluyentes alimentan, como no, a los populismos que crispan y polarizan la sociedad. Un disparate que solo engorda a los bancos y otras formas financieras.

El Seminario sobre la Brecha Financiera en España del Instituto Coordenadas señala que existen muy pocas dudas sobre el hecho de que la eliminación del dinero en efectivo supondrá inevitablemente que la privacidad de los individuos se verá afectada de forma sustancial. Cualquier transacción sin efectivo siempre incluiría a algún intermediario o un tercero; posibilitaría una mayor intromisión en las transacciones y registros personales; permitiría a los gobiernos ejercer ciertos poderes sin control judicial y daría alas a las criptomonedas descentralizadas, de impacto impredecible en todo el sistema financiero. Desde el punto de vista de la libertad de las personas no hay duda alguna de que la privacidad y la intimidad de los ciudadanos se verían seriamente comprometidas, y que sin el recurso al dinero físico entraríamos de lleno en una sociedad de tipo orwelliano. Sin efectivo, las libertades de los ciudadanos se verán seriamente comprometidas.

Estamos en un punto crítico pero, al menos por ahora, ni los gobiernos, ni los bancos, ni la tecnología, han conseguido matar al dinero en efectivo. Sin embargo, la influencia de estos poderes es tan grande en la sociedad actual que está cambiando la forma de pensar y actuar de los ciudadanos. Hay un altísimo riesgo de que el todavía ciudadano libre se convierta en rehén de un proceso tecnológico que va a imponer un control financiero de consecuencias imprevisibles. Las criptomonedas, como los fondos soberanos, son los primeros síntomas de una patología que destruye el estado burgués como lo conocemos, sin modelo alternativo. Una distopía que amables empresas de servicios de intermediación financiera van camino de sustituir a un estado ineficiente e indolente, cuando no promotor de su misma desintegración.

Además del alto riesgo que la supresión del efectivo tiene sobre la libertad individual y el interés general, en el debate del seminario del Instituto Coordenadas se ha hecho hincapié en los riesgos de seguridad que un mundo sin efectivo puede acarrear.  Hay una tendencia imperante, se señala, que percibe que pagar con moneda de curso legal es menos arriesgado que pagar con una clave electrónica, y aunque la sofisticación de la tecnología digital es cada vez más depurada, no se puede negar la existencia de elevados riesgos para el usuario y de mecanismos tecnológicos capaces de destrozar y anular al sistema más sofisticado de seguridad. Que se suma a la escasa percepción del gasto del usuario de dinero de plástico, frente al más realista del dinero de curso legal. Hay un gran debate global sobre la ciberseguridad, ya que es en ese entorno cibernético donde se sustancia algo tan delicado como el resguardo de fondos sobre el que descansa todo el sistema financiero, lla soberanía y las relaciones internacionales como nación. Una vez que el dinero de los ciudadanos pase a formar parte de la nube en transacciones virtuales, el riesgo aumenta de forma exponencial al quedar expuesto a todo el sistema de ciberdelincuencia. El impacto del fishing en las transferencias por la venta de automóviles es una dolorosa evidencia de los riesgos inherentes al modelo de plástico.

Muchos expertos señalan que manejar dinero digital es más cómodo y más rápido, pero hay que considerar que probablemente no será seguro, ni para el ciudadano, ni para el sistema financiero en general, y la percepción del gasto es peligrosamente irreal. Hay una coincidencia entre gobiernos y operadores financieros de posicionar la seguridad como punto fuerte de un futuro modelo sin efectivo, en un intento de convencer a los todavía actuales tenedores de dinero físico de que no existe problema alguno en esta materia. Este interés no logra anular las serias dudas que hay ante este intenso proceso de imponer un modelo de sociedad sin dinero en efectivo y que tiende a vulnerar el derecho a la intimidad, la privacidad, la confianza y la libertad del ciudadano.

Jesús Sánchez Lambás, Vicepresidente Ejecutivo del Instituto Coordenadas señala que “hay que ser muy conscientes de que si todos los pagos se llegaran a realizar de manera electrónica, se abriría la puerta al aumento del control y la vigilancia sobre todos y cada uno de los miembros de la sociedad. El dinero en efectivo es un bastión de la libertad individual y un pilar del estado y de la soberanía europea que no puede desaparecer o ser objeto de implacable persecución”.

SOBRE EL INSTITUTO COORDENADAS DE GOBERNANZA Y ECONOMIA APLICADA

Institución de pensamiento e investigación sobre “las cuestiones de nuestro tiempo” impulsando la interacción entre gobernanza y economía aplicada para progresar en los tres pilares del mundo postmoderno: bienestar social, progreso económico con justicia social y sostenibilidad ambiental; con funciones propias de los “amigos del País” y las Sociedades de Fomento en el XIX . Fiel a sus principios fundacionales de independencia y pluralidad, el Instituto lidera la fusión entre la esencia e innovación de la liberalización económica y social, como mejor modelo de afrontar los retos presentes y futuros de país, de Europa y del mundo en una sociedad globalizada e hiperconectada.

NOTA DE INTERÉS: La información de este comunicado de prensa es un resumen de interés público proveniente de trabajos de análisis e investigación de sus miembros y colaboradores del Instituto Coordenadas para la Gobernanza y la Economía Aplicada. Los papeles de trabajo son de uso interno y de titularidad exclusiva del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada.