Grecia: Punto y seguido
Análisis, 28 de julio de 2015
Con la aprobación por parte del parlamento griego el pasado día 22 del segundo paquete de reformas necesario para garantizar avances en las conversaciones sobre el tercer rescate con el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), pactado la semana pasada entre el Gobierno de Tsipras y sus acreedores -socios comunitarios, BCE y FMI-, se inicia una nueva etapa en la solución del problema griego, aunque no desaparece la probabilidad del Grexit , cuyos niveles se han reducido del 50 al 30%, aproximadamente, según las estimaciones que maneja la Comisión Europea.
A partir de ahora, el gobierno de Tsipras estará en disposición de abordar el cumplimiento de un exigente MoU y recibirá financiación puente (82-86.000 millones de euros) para hacer frente a sus necesidades de financiación de más corto plazo (amortizaciones BCE y FMI) en donde se incluye una cantidad de entre 10.000 y 25.000 millones de euros para la resolución y recapitalización del sistema bancario. Además, se movilizarán 35.000 millones de varios programas de la UE para financiar inversiones. El acuerdo, en ningún caso, excluye la posibilidad de una quita en la deuda, aunque sí contempla un posible alargamiento de plazos, condicionado a la adopción de las medidas.
El FMI estima que la dinámica de la deuda griega no es sostenible y que una reestructuración sería necesaria para que el organismo internacional pudiera participar en el rescate (de los 85.000 millones de euros del rescate, se espera que unos 35.000 millones provengan del FMI). Según sus cálculos, la deuda pública griega superará el 200% del PIB y para 2022 se espera que baje sólo al 170%. La participación del FMI es un requisito indispensable para el rescate según Alemania, por lo que éste es otro asunto a resolver.
El acuerdo reduce de forma clara el riesgo de salida de Grecia a corto plazo, aunque el peligro no desaparece, ya que aunque este acuerdo pone más énfasis en las reformas, en el fondo insiste en una fórmula que ha llevado a Grecia hasta la situación actual.
No es un acuerdo fácil de implementar y es ahí donde está el riesgo. Sus condiciones son realmente duras y es más invasivo que los anteriores, lo que puede ser visto en Grecia como una limitación de su soberanía. Por ejemplo, entre las medidas se incluye una de ajuste fiscal automático si el programa no va bien, que lo hace más fácil de vender en el resto de Europa