Los británicos empiezan a echar cuentas de lo que les supone el Brexit

Artículos, 11 de noviembre de 2016

Primer revolcón de la premier británica, Theresa May, en el asunto Brexit. El Tribunal Superior de Justicia de Londres ha fallado que sólo el Parlamento tiene el poder para activar el proceso de separación del Reino Unido de la UE y que el gobierno no tiene competencia para activar por sí mismo el Artículo 50 del Tratado de Lisboa que inicia el proceso de ruptura, al considerar que “la soberanía parlamentaria es uno de los principios constitucionales básicos” y que debe intervenir en decisiones que supongan una alteración sustancial de las leyes.

El fallo, se produce después del recurso presentado por la empresaria Gina Miller que da al traste con los planes de May quién había anunciado que la desconexión empezaría antes del final de marzo de 2017 y demuestra los gigantescos intereses que se juega Gran Bretaña en este proceso.

El 27 de octubre de 1986, el Gobierno británico aprobó una serie de medidas encaminadas a liberalizar el mercado financiero. El paquete, conocido como Big Bang, incluía la abolición del cobro de comisiones fijas, la eliminación de la distinción entre stockbrokers (que asesoran a clientes) y stockjobbers (que cobran y venden acciones en nombre de clientes), el paso del mercado de corros a las pantallas electrónicas, y acabar con la exclusión de los extranjeros en la Bolsa de Londres (tanto en acceso como en propiedad).

Treinta años después, gracias en buena parte al impulso de estas medidas, la City de Londres se ha convertido en la mayor plaza financiera del mundo, según el índice de centros financieros global. En estos años, el número diario de operaciones en la Bolsa de Londres ha pasado de 20.000 a casi un millón al tiempo que su valor se ha incrementado de 700 millones de libras a 5.070 millones, y el número de trabajadores dedicados al sector financiero en la City ha aumentado en 100 por mil de los que el 11% son nacionales del resto de la UE.

Parte de esta prosperidad se ve ahora amenazada por el Brexit y la posible pérdida del pasaporte financiero, que podría resultar en la imposibilidad de que ciertas operaciones se realizasen en el Reino Unido, obligando a muchas firmas a trasladarse al continente.

Post-it

El pasaporte financiero no es un ente único; en realidad, hay una serie de pasaportes para sectores específicos sobre la base de directivas, reglamentos y principios financieros europeos. Para algunos sectores, el pasaporte es vital, pero en otros su valor es mucho menor. El número total de pasaportes en poder de empresas británicas asciende a 336.421, siendo 5.500 compañías las que cuentan con al menos un pasaporte.

En el sector bancario, el pasaporte cobra mayor importancia, ya que sobre el 20% de los ingresos del sector en el Reino Unido (entre 23.000 y 27.000 millones de libras) se estima que proceden del acceso que permite el pasaporte. En caso de pérdida del pasaporte, los bancos británicos y los bancos de inversión americanos con sede en Londres (el 14,5% de sus ingresos dependen del pasaporte) podrían sufrir una interrupción significativa de sus líneas de negocio en la UE.

Otros pasaportes afectan, en mayor o menor medida, a la gestión de activos, y al sector del seguro o a la compensación de operaciones en Euros y aunque la pérdida del pasaporte no supondría el fin de la City, ya que su impacto varía según el sector, una alternativa parcial, como la equivalencia, tardaría entre 2 y 4 años, y además es una decisión política.

Otra opción para las directivas donde no hay equivalencia, son los acuerdos bilaterales como el caso de Suiza para los seguros también depende de la voluntad política.

Fuente: Tendencias del Dinero