Aunque en 2015, la Eurozona volvió a flujos de crédito positivos y la recuperación de las tasas en el saldo de crédito, apoyadas en el repunte de las nuevas operaciones, sus volúmenes aún quedan lejos de los máximos pre-crisis. En España, el crédito continuó moderando su caída, lo cual puede conllevar una aparente contradicción con las tasas de crecimiento del PIB de la economía española.

En efecto, la mejora de la tendencia ha sido muy generalizada por países de la zona euro, aunque algunos de sus miembros todavía mantienen caídas en el saldo, como es el caso de España Portugal o Irlanda. En Alemania y Francia el saldo de crédito creció por encima del 2%.

La mejora también fue general por componentes de crédito, pero mayor en el crédito a familias (2,0% en diciembre de 2015 frente al -0,4% un año antes), destacando los crecimientos en Italia (4,4%) y Francia y Alemania (2,6%), mientras que los datos de España, Portugal, Grecia e Irlanda se ven lastrados por la inercia de las hipotecas. El crédito a empresas de la región terminó el año con una tasa del 0% (-1,9% en diciembre de 2014).

Por lo que respecta a nuevas operaciones, éstas sólo cayeron en Grecia, Austria y Portugal, en este último caso debido a la crisis del banco Espirito Santo. Por el lado positivo, destacan los crecimientos de Francia (45%) o Italia (19%), aunque España (12%) y Alemania (9%) también registraron incrementos apreciables. Por países, se repite la tónica de un mejor comportamiento en familias que en empresas, con crecimientos del nuevo crédito a familias del 60% en Francia (81% hipotecas) y 51% en Italia.

En lo que a España respecta, la moderación ha sido generalizada en todos los segmentos de crédito, si bien destaca el comportamiento del mismo a empresas que ha pasado de caer un 7% en 2014 a descender un 2% el año pasado.

El entorno de recuperación económica, la reducción de tasa de paro, el proceso avanzado de desapalancamiento y la fuerte presión a la baja en los tipos de interés, eran propicios para una recuperación del crédito, algo que se reflejó, especialmente durante los tres primeros trimestres del año, en la evolución de las nuevas operaciones de crédito. Así, la nueva producción de crédito aumentó un 12% en el conjunto del año, si bien, ha mostrado una notable desaceleración en el último trimestre del año, derivada principalmente de la moderación en las nuevas operaciones de crédito a grandes empresas (por importe superior al millón de euros), que cayeron un 12% respecto al último trimestre de 2014.

Sorprende la caída en un trimestre en el que el PIB creció a tasas del 0,8% intertrimestral, al igual que el empleo; los tipos de interés de los préstamos a grandes empresas se situaron en niveles mínimos históricos, en el entorno del 2%; y las entidades de crédito, de acuerdo a la Encuesta de préstamos bancarios, no observaron un descenso en la demanda.

En lo que se refiere a la situación financiera de las empresas, el proceso de desapalancamiento ha continuado avanzando y acumula un ajuste de 26pp, situando el endeudamiento en el 107% del PIB (en torno al 80% si se tienen en cuenta las operaciones intraempresa) y la carga financiera se sitúa en el 38% de sus ingresos (mínimos desde 1999).

Lo que sí representa un factor limitador de la demanda de crédito es el hecho de que las empresas lleven siete años con capacidad de financiación positiva, lo que dota a las empresas menos endeudadas de elevados colchones de autofinanciación, algo que se pone de manifiesto en la encuesta de acceso a la misma que realiza el BCE, donde las empresas españolas son las que más mejoras de acceso a la financiación advierten, pero de las que menos necesidades financieras declaran.

Así las cosas, para 2016, es de esperar que la recuperación del crédito continúe, si bien la moderación del último trimestre añade incertidumbres sobre si se verán crecimientos positivos del saldo a finales de este año o habrá que esperar a 2017.

Fuente: Tendencias del Dinero